Últimamente este tema ha sido una cuestión delicada (y miren que tengo experiencia en esto). Mi cumpleaños trajo de regreso palabras de alguien que fue mi mejor amigo y que hoy apenas intercambiamos correos un poco enojados, un poco decepcionados, un poco recriminatorios.
Pero no escribiré más sobre él: este texto será sobre mi mejor amiga.
Siempre he creído que tener un mejor amigo rockea. Culpen a Louisa May Alcott. Siempre quise un mejor amigo. Uno que fuera como un hermano para mí. Ya tenía un hermano, que para agregarle es más que mi mejor amigo, así que no contaba dentro de esa lógica porque él YA era mi hermano, so move on. Resulta que me tomó años darme cuenta de que lo que más quería era una hermana. Claro que para cuando lo noté fue porque ya tenía una, así que más bien fue un reaccionar mi realidad.
A Pao la conocí en algún momento del curso de verano entre Kinder 2 y Pre-primaria, seguramente en el patio o alguno de los salones del edificio principal del Colegio Brookfield. Era una niña muy blanca, de ojos muy abiertos, dos lunarcitos en la frente, cabello lacio y más alta que yo (no mucho, pero más alta). A estas alturas de la vida no tengo ni la más remota idea de cómo empezamos a hablarnos ni a jugar. Sólo sé que debimos caernos muy bien, porque a partir de entonces vivimos media primaria en su casa y media en la mía. Algunos años nos recogía en la escuela mi hermano, otros su mamá, otros mi papá, otros mi mamá, otros Don Juan (el entrañable mecánico de mi calle, a quien las maestras confundían con mi abuelito y yo no me molestaba en corregirlas porque el buen señor iba por mí en el Mustang en turno y me dejaba acompañarlo a comprar refacciones) y alguna vez ya en secundaria incluso osamos irnos solas (y más tarde en compañía de nuestro amado Dream Team).
La cantidad y variedad de anécdotas sobre ella y nuestro crecimiento son abrumadoras, así que no entraré en más detalles. Simplemente estableceré que hoy Pao es una mujer bastante más alta que yo, igual de blanca que hace 16 años, con los mismos dos lunarcitos, usa lentes, tiene el cabello muy lacio y siempre cierra los ojos cuando le tomas una foto. Durante años nos parecimos mucho: en gustos, en tendencias, en cortes de cabello, en modelo de lentes, en tipo de zapatos... hoy somos dos personas muy distintas entre nosotras. Ella estudia una cosa, yo otra; ella es muy disciplinada para el ejercicio, yo claramente no; ella es gamer, yo no; es increíblemente despistada, yo definitivamente no (en comparación, digo); en fin... ya no somos las dos gotas de agua que decían la misma cosa al mismo tiempo y elegían siempre el mismo paquete en Burger King (Paquete 3, con refresco de manzana, para intercambiarse jitomates por pepinillos). Eventualmente encontramos nuestra identidad y al mismo tiempo reforzamos nuestra amistad.
Pao es esa hermanita que en algún momento creí que quería, aún cuando ya estaba junto a mí. Hemos peleado y nos hemos gritado, alguna vez hasta dejamos de hablarnos. Pero con ella y nuestro Dream Team (que dan para yet another post) he vivido algunos de los mejores momentos de mi vida. Afortunadamente, 16 años después ni las distancias ni el tiempo han conseguido separarnos, así que todavía puedo decir con orgullo que adoro a mi hermanita, que es mi mejor amiga, que siempre lo ha sido y que siempre lo será.
1 comentario:
ok...lo admito..eso me llego :'(...no tengo mas palabras...muy bueno....exceletne..
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