Nuestra vida cabe completa en una caja de zapatos. O en una carpeta en el escritorio de nuestra computadora. Depende de la generación en la que nacimos. La mitad de mi vida puedo resumirla entre las paredes de mi cuarto y varias cajas y álbumes esparcidos por mi recámara. La otra mitad es más factible encontrarla en discos de respaldo y en la carpeta "Imágenes" de mi Akumi (mi lap). También guardo mi vida en canciones. Las listas de reproducción en mi iTunes y en mi iPod (uno de mis amigos más leales, con un sentido del humor muy ácido) pueden desgranarse en anécdotas, conversaciones, peleas, salidas, etcétera. Un arma de doble filo (my weapon of choice) es esto de escribir. Alguien con buen ojo (o que me conozca muy bien) puede rastrear en cada cuento, en cada poema, en cada ensayo dónde están los trozos de mi vida que alimentan los párrafos.
No sé escoger un recuerdo favorito. O no me atrevo. He vivido tanto en estos 22 años (¡gasp!) que me da miedo elegir un momento como el mejor o el más importante. No creo que sea posible. Sé que mi recuerdo más viejo es mi papá levantándome en brazos y mostrándome desde la ventana de su recámara las luces del alumbrado público. Tenía 8 meses y estaban saliéndome los dientes, con eso me distraían el llanto. Otro recuerdo muy vivo es el primer ataque de migraña que tuvo Pao en el Brookfield. Se sentaba enfrente de mí y la maestra me dejó cuidarla hasta que llegaron por ella. Teníamos... ¿7, 8 años? Existen cientos de fotografías que recapitulan mi recorrido por la primaria y la secundaria. Todas impresas, en mi casa todavía no conocíamos la magia de la fotografía digital.
Mis años de preparatoria son una fuente inagotable de recuerdos. Conocí a muchas personas (algunas geniales, otras... no) y viví situaciones de todo tipo. Literalmente. Pero no entraré en detalles, porque no se trata de escribir un libro, aún. El Tec, increíblemente, se convirtió en parte fundamental de mi universo y ahí construí relaciones que definieron los últimos 6 años y medio de mi vida. Permanecer ahí para estudiar la universidad vinculó ambos periodos con una soldadura muy complicada e interesante. Mis recuerdos de preparatoria (al menos del último año) se entrelazan con una buena parte de los de la universidad, ya sea por amigos que conocí entonces y que hoy siguen siendo vitales (como mis niñas y mis niños), o por personas a quienes conozco ahora pero que entonces eran vagos puntos de referencia (o estaban involucrados con amigos de entonces que no necesariamente lo son ahora).
Siguiendo dicha línea, elijo un recuerdo para contar habiendo reducido el espectro a "conciertos": 19 de octubre de 2005. Carpa Neumática del Hipódromo de las Américas. 20:00hrs. My Chemical Romance. OMFG. La experiencia comenzó unas semanas antes del concierto. En la sección de "Giras" del sitio oficial de la banda apareció una fecha para México. Simultáneamente, una compañera de generación me avisó que una revista de videojuegos traería a My Chem para su presentación en el mercado. El 6 de octubre a las 20:30 envié el primer correo respondiendo a la trivia para ganar un boleto doble. Genaro iría conmigo si ganaba el boleto (Genaro, han de saber, fue básico en mi introducción a My Chem, pero ésa es otra historia). No recibimos respuesta (inmediata), así que él también contestó la trivia. No me distinguía por mi paciencia (hoy tampoco, pero soy más paciente que entonces) y a Liz le habían respondido en menos de tres horas. En la mañana del 7 de octubre enviamos otro correo, con los datos de... mi mamá. Pasaban las horas y nada. Estudiar en esa escuela te vuelve un poco ansioso. A eso de las 11:15, mientras Hans, María, Danae, Genaro y yo esperábamos clase en Cyber-prepa (la viejita que no parecía lounge-meets-Friday's), Genaro entró a mi correo y sin decir una palabra me mostró la pantalla. Alcancé a leer "Felicidades. Puedes pasar a recoger tu premio" y grité. O tal vez no. Pero salté, mucho. Salté como loca y salí de cyber para llamar a mi madre. Regresé y seguí saltando. Genaro encontró la misma respuesta en su bandeja de entrada. Salté más. Luego una respuesta al correo enviado con los datos de mi mamá. Salté más. De la incertidumbre ante la falta de boletos para ir a ver a esa banda que estaba cambiando mi vida, pasamos a tener 6 entradas. La Familia Suprema iba de excursión.
El 19 de octubre fue miércoles y al otro día Genaro y yo teníamos quizz de Química. A las 17:30 salimos de la escuela en el carro de Hans (un Seat Toledo azul eléctrico cuyas placas todavía me sé) y llegamos a la Carpa como a las 19:00 (tal vez más temprano). Nos formamos y después de un rato gente del staff nos pintó con marcador negro un número en el antebrazo derecho (el mío era uno entre el 880, 881 y 882). El concierto empezaba a las 20:30, supuestamente, pero cerca de las 22:00 inició el avance al interior de la Carpa. Esperamos y esperamos, con una pésima selección musical de fondo. Recuerdo claramente una muy mala y muy lenta versión de "I Melt With You" y recuerdo a Hans bailando sin moverse de su lugar. Recuerdo a Danae estresada porque ya casi era hora de que pasaran por ella. Recuerdo a María molesta porque el concierto tenía casi tres horas de retraso. Recuerdo a Genaro sonriendo conmigo, siendo el noble y paciente individuo que es (y supongo que como a él también le gustaba la banda y estuvo ahí desde el principio, no lo desesperaba ni enojaba tanto la situación). Los de seguridad le ordenaban al público que se alejara del escenario o no saldría la banda. Nadie se movió. En algún momento pasando las 23:30 My Chem salió al escenario. No vi nada de la primera canción (abrieron con "I'm not OK (I promise)!" y Genaro ganó la apuesta, yo le iba a "Thank You For the Venom"), sentía cómo la multitud me aplastaba, me asfixiaba y me atrapaba. No me importó. Hasta mediados de la segunda canción pude sacar la cabeza del mar que me ahogaba. En "The Jetset Life is Gonna Kill You" me encontré abrazando a alguien que creí era Danae, pero no, era una desconocida que creía estar abrazando a una amiga suya. Sonreímos y seguimos cantando (algo hermoso del MCRmy es que somos como una gran familia, aún sin conocernos). Yo en un concierto pierdo la cabeza, más si estoy en pista. Si alguna vez vamos juntos a un concierto, disculpen si desaparezco, prometo reaparecer al final. My Chem cerró con "Helena" (*siempre* cierran con "Helena") y caminando hacia el auto, pasada medianoche, intentado comprar un poster y una corbata (y tres parches que me regaló María) concluyó el mejor concierto de mi vida. (Agradecimiento especial a mi mamá, que nos recibió en casa con café con leche y quesadillas).
Dudo que algo lo supere. Ni siquiera otros conciertos de My Chem. El del 19 de octubre de 2005 fue el mejor porque fue el más sincero, el más profundo, el más intenso. Al día siguiente sólo fuimos a la escuela para presentar el quizz de Química y de ahí nos pasamos a casa de Hans, a dormir. Fui a ese concierto exactamente con las personas con quienes debía (cósmicamente) ir. Estuve ahí para escuchar a la mejor banda del mundo (don't even get me started on that one) en el momento de mi vida cuando era exactamente lo que necesitaba.
La vida después hizo lo que quiso y fragmentó a ese increíble grupo de amigos. Afortunadamente, no nos separó por completo. So, gracias Familia Suprema, por darme ese recuerdo.
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