Encontré la reseña que escribí del concierto de Linkin Park en México el 2 de marzo de 2002. Impresa. Porque aunque mi recámara es un caos, sé exactamente dónde está todo... incluida una hoja bond doblada por la mitad, impresa en marzo de hace diez años para el periodiquito escolar que hacíamos en primero de secundaria. Ah, el Colegio Brookfield y sus grandes ideas.
En esos tiempos yo ni siquiera soñaba con ser periodista, pero era la más ñoña del salón y terminé editando (y a veces redactando completo) este experimento. Ya era fan de Linkin Park y mi hermano me acompañó al Foro Sol ese 2 de marzo. Todavía tengo la playera que me compré ese día... de hecho, la llevé puesta el viernes pasado para el concierto de Linkin Park en la Arena Ciudad de México.
Transcribo, pues, la reseña de aquel entonces (tengan compasión, era una niña de 13 años reseñando el concierto de su banda favorita):
Linkin Park en México [en realidad la nota ni trae título...]
Por Marcela Vargas Reynoso
El pasado sábado 2 de marzo, el Foro Sol y más de 50 mil almas palpamos el fantástico despliegue musical de una de las bandas más importantes de rock metalero de nuestra generación, Linkin Park.
Después de escuchar aproximadamente 3 cuartos de hora [sic] de los alaridos de Static-X, vino un "pequeño" intermedio de unos 20 minutos de completa aburrición mientras se revisaban el audio, tornamesas y demás instrumentos.
De pronto se apagaron de nuevo las luces exteriores del foro y en el escenario aparecieron los 6 integrantes de LP. Dirigieron unas palabras al público y entre gritos desesperados de los fans y una chifladera sin precedentes sonó el primer acorde de "With You", canción con la que abrieron el concierto; seguida de "Runaway" y "Papercut".
Algunas rolas después ("Points of Authority", "A Place For My Head" y "By Myself") con sus grandiosas voces, Shinoda y Bennington entonaron uno de sus más grandes éxitos, "In The End".
"Forgotten", "Crawling" y "Pushing Me Away" fueron coreadas por un público completamente excitado, pues el genial Chester se lanzó hacia la pista, siendo jaloneado por sus tantos admiradores de tal manera que al regresar al escenario había ya perdido la camiseta negra que portaba.
Lamentablemente todo tiene un fin, aunque a nadie le parezca, y éste hermoso ensueño terminó con "One Step Closer".
Finalmente y como buena acción de su parte, Rob Bourdon caminó hacia el público y lanzó sus baquetas al aire, para ser atrapadas por el enardecido auditorio, mientras que Mike arrojó su camiseta.
Podrá parecer extraño, pero de haber muerto en el preciso instante en que mi admirado Chester cantó la fracción lenta de "I put my trust in you / pushed as far as I can go / and for all this / there's only one thing you should know" hubiese muerto como una rockera feliz.
Entreteni-2
Año 0, número 4.
Marzo/abril 2002.
1o A
Secundaria Técnica #83, México DF
No voy a ponerme a contar cada error que hay en la nota... porque la escribió mi yo de hace diez años que quería ser... no recuerdo qué quería ser, pero mis maestras decían que iba para Ciencias Políticas... y miren ahora... jeje.
El asunto es que pasaron diez años y no sólo no se ha ido esa emoción extrema frente a un escenario y una banda que adore, sino que el viernes fui a uno de los mejores conciertos de mi vida... y aunque tardó 10 años (y 6 meses y 2 días) en suceder, creo que mi yo de 23 años fue incluso más feliz que la que escribió esta reseña en primero de secundaria.
Y ése el tipo de cosas que me hacen ser quien soy... una fan from hell obsesiva que puede enojarse mucho con Linkin Park por olvidar a México tantos años... y luego perdonarles todo con una experiencia tan indeciblemente catártica como la del viernes 14 de septiembre.
Yo me formé para ese concierto diez años, seis meses y dos días antes de que empezara.
Escribo desde que descubrí que se podía. Aquí va de todo: mis obsesiones, mis detrás de cámaras, mis experimentos.
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domingo, septiembre 16, 2012
Linkin Park en México: a 10 años.
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domingo, julio 08, 2012
Highlights de la semana
Un rápido recuento de una buena semana.
De repente se me va la onda y dejo un poco abandonado este lado de mi vida virtual, ustedes disculpen. En los últimos meses, mi vida ha pasado de interesante a muy ocupada. No es que antes fuera yo una ociosa, pero es distinto dedicarte de lleno a la vida laboral que trabajar medio tiempo y estudiar la otra mitad.
Como algunos de ustedes recuerdan, me gradué de periodismo hace unos meses (7, para ser exactos) y desde entonces paso mis ocho horas reglamentarias (or so) en las oficinas de Editorial Mapas, donde trabajo para la revista Gatopardo y para la Nueva Guía del Centro Histórico. Toda la vida he sido una workaholic intensa que se carga de trabajo porque le resulta divertido. Así que un día, platicando con un amigo, pensamos "¿Y qué tal si abrimos un blog donde escribamos de todas las cosas que nos gustan?"... lo cual nos lleva a uno de los highlights de esta semana:
La Hora Libre. Esta semana abrimos el blog La Hora Libre. Llevaba en línea desde principios de junio, pero entre meterle contenido y armarlo en términos generales, habíamos tardado en hacerlo público. El sitio se explica a sí mismo, pero hago notar que con este proyecto tengo la fortuna de trabajar con personas a quienes a) quiero mucho, b) respeto en cantidades extranormales, y c) están más o menos igual de locos que yo (and that's saying something). Si les interesan el cine, la música, los cómics, la tecnología, los videojuegos y cosas por el estilo, hagan el favor de pasar a leernos. Agradecimientos especiales a Alex "Chinoz" Rocha (cofundador, coeditor y coetcétera), Miriam Ley (diseñadora gráfica y acompañante cafetera del diario), Genaro Chávez (ingeniero de mente compleja y una paciencia considerable), Leo Lozano (internacionalista, amigo de años y colaborador sumamente comprometido), Rodrigo Raya (hermano universitario, ultrafanático de la animación y analista no tan de clóset), Zyanya Zavaleta (mi hermana gemela y cómplice absoluta en mis locuras), Lalo Castillo (psicópata gamer y excelente amigo) y last but not least, a Raúl E. Pérez Rioja (fiance, dearest friend, cómplice, etc). Ellos forman parte del staff de este proyecto y están dando el salto de fe con nosotros.
En otro momento destacado de esta semana:
Comida gemela. Ya les he hablado sobre Zyanya. Es mi gemela, la adoro with all my heart, y se casa este septiembre. La vi el jueves y comimos juntas. Fue, por una hora, como regresar a noveno semestre de la universidad, temporada en la que además de estatura, cumpleaños y carrera, compartimos casa. 12 pasos nos separaban. Si tenía una idea ridícula a las 11pm, podía caminar esos 12 pasos hasta su puerta y tocar. Si súbitamente, ella sentía la necesidad de mostrarme un video de Supernatural, podía caminar los 12 pasos hasta mi puerta y tocar. Cuando nos aburríamos bajábamos a ver la tele o nos sentábamos las dos en la misma cama a platicar de todos los temas que ya hemos platicado quince veces. Cuando había proyectos enormes que terminar, pasábamos de trabajar en su cama (el cuarto es pequeño, así que no hay espacio para un escritorio) a repartirnos por mi recámara (escritorio o colchón) a tener encendida la luz del comedor hasta el amanecer, con mi perro fielmente acurrucado en la puerta de la cocina. Comer con ella fue recordar eso y hacer planes, porque uno hace planes con su familia. Y hay una boda en septiembre :)
Y hablando de cosas divertidas...
Fiestas. De unos meses para acá se me ha dado eso de las fiestas. Es soberanamente divertido. Dejé de ir a fiestas en la universidad. Es decir, salía con amigos a bares, al cine, a una que otra reunión socialmente relajada en casa de alguien conocido y cercano. Pero cero fiestas "como las de la prepa". Un amigo dice que dejamos de ir a fiestas así porque crecimos y maduramos y ya no las necesitamos. Yo digo que dejamos de ir a esas fiestas porque nos acomodamos muy bien en la rutina "bar de cervezas baratas y la seguimos en casa". No que tenga algo en contra, porque algunos de los mejores momentos del año pasado involucraron empezar una salida en algún barecillo coyoacanero, pasar por unos tacos al lugar de siempre, pasar a un Oxxo o Seven y llegar a mi casa con algún vodka o cervezas y un ipod con buena música. Pero en los últimos meses se presentaron oportunidades de ir a fiestear (sí, es un verbo, porque yo lo digo) y decidí tomar esas oportunidades. Y arrastrar a mis amigos conmigo. Vaya que nos hemos divertido. Aunque creo que sí comienzo a extrañar esas salidas de barecito tranquilo y/o cervezas en la sala y una buena partida de Gears of War o Magic.
Finalmente...
Libro. Historias de Las Historias. El viernes tuve la oportunidad de acompañar al escritor Alberto Chimal a presentar la antología de minificción Historias de Las Historias, donde aparece un cuento mío. La versión corta es que Chimal hace un concurso mensual de minificción en su sitio web, concursé hace como año y medio y gané. Un día me avisaron que antologarían a los ganadores. Otro día me avisaron que el libro estaba publicado. Otro día me invitaron a la presentación y me ofrecieron formar parte de la mesa con otros autores antologados. Yo dije que sí. Anuncié el evento en Facebook y empezaron a confirmar algunos amigos. Pensé "Será lindo que algunos amigos me acompañen". Had I known what was in store... El viernes a las 5pm, en la Librería Rosario Castellanos, parecía que traía conmigo una porra. Les agradezco infinitamente el haber llegado y haber estado conmigo en ese momento. Mamá, papá, Pao, Hernán, Fiance, Juan Enrique, Laura, Tirzo, Alex, Memo, Liz, Adri, Fer, Karina, Karen, Magui, Julio y Adriana. Y a quienes estuvieron telepáticamente porque la vida no siempre da para eso: Miri, Karlita, Andrea y mi hermano. Se siente bien bonito tanto cariño y apoyo.
Pues sí, una bonita semana indeed. Ya estaré contándoles sobre la siguiente semana... que será como el highlight del año:
De repente se me va la onda y dejo un poco abandonado este lado de mi vida virtual, ustedes disculpen. En los últimos meses, mi vida ha pasado de interesante a muy ocupada. No es que antes fuera yo una ociosa, pero es distinto dedicarte de lleno a la vida laboral que trabajar medio tiempo y estudiar la otra mitad.
Como algunos de ustedes recuerdan, me gradué de periodismo hace unos meses (7, para ser exactos) y desde entonces paso mis ocho horas reglamentarias (or so) en las oficinas de Editorial Mapas, donde trabajo para la revista Gatopardo y para la Nueva Guía del Centro Histórico. Toda la vida he sido una workaholic intensa que se carga de trabajo porque le resulta divertido. Así que un día, platicando con un amigo, pensamos "¿Y qué tal si abrimos un blog donde escribamos de todas las cosas que nos gustan?"... lo cual nos lleva a uno de los highlights de esta semana:
La Hora Libre. Esta semana abrimos el blog La Hora Libre. Llevaba en línea desde principios de junio, pero entre meterle contenido y armarlo en términos generales, habíamos tardado en hacerlo público. El sitio se explica a sí mismo, pero hago notar que con este proyecto tengo la fortuna de trabajar con personas a quienes a) quiero mucho, b) respeto en cantidades extranormales, y c) están más o menos igual de locos que yo (and that's saying something). Si les interesan el cine, la música, los cómics, la tecnología, los videojuegos y cosas por el estilo, hagan el favor de pasar a leernos. Agradecimientos especiales a Alex "Chinoz" Rocha (cofundador, coeditor y coetcétera), Miriam Ley (diseñadora gráfica y acompañante cafetera del diario), Genaro Chávez (ingeniero de mente compleja y una paciencia considerable), Leo Lozano (internacionalista, amigo de años y colaborador sumamente comprometido), Rodrigo Raya (hermano universitario, ultrafanático de la animación y analista no tan de clóset), Zyanya Zavaleta (mi hermana gemela y cómplice absoluta en mis locuras), Lalo Castillo (psicópata gamer y excelente amigo) y last but not least, a Raúl E. Pérez Rioja (fiance, dearest friend, cómplice, etc). Ellos forman parte del staff de este proyecto y están dando el salto de fe con nosotros.
En otro momento destacado de esta semana:
Comida gemela. Ya les he hablado sobre Zyanya. Es mi gemela, la adoro with all my heart, y se casa este septiembre. La vi el jueves y comimos juntas. Fue, por una hora, como regresar a noveno semestre de la universidad, temporada en la que además de estatura, cumpleaños y carrera, compartimos casa. 12 pasos nos separaban. Si tenía una idea ridícula a las 11pm, podía caminar esos 12 pasos hasta su puerta y tocar. Si súbitamente, ella sentía la necesidad de mostrarme un video de Supernatural, podía caminar los 12 pasos hasta mi puerta y tocar. Cuando nos aburríamos bajábamos a ver la tele o nos sentábamos las dos en la misma cama a platicar de todos los temas que ya hemos platicado quince veces. Cuando había proyectos enormes que terminar, pasábamos de trabajar en su cama (el cuarto es pequeño, así que no hay espacio para un escritorio) a repartirnos por mi recámara (escritorio o colchón) a tener encendida la luz del comedor hasta el amanecer, con mi perro fielmente acurrucado en la puerta de la cocina. Comer con ella fue recordar eso y hacer planes, porque uno hace planes con su familia. Y hay una boda en septiembre :)
Y hablando de cosas divertidas...
Fiestas. De unos meses para acá se me ha dado eso de las fiestas. Es soberanamente divertido. Dejé de ir a fiestas en la universidad. Es decir, salía con amigos a bares, al cine, a una que otra reunión socialmente relajada en casa de alguien conocido y cercano. Pero cero fiestas "como las de la prepa". Un amigo dice que dejamos de ir a fiestas así porque crecimos y maduramos y ya no las necesitamos. Yo digo que dejamos de ir a esas fiestas porque nos acomodamos muy bien en la rutina "bar de cervezas baratas y la seguimos en casa". No que tenga algo en contra, porque algunos de los mejores momentos del año pasado involucraron empezar una salida en algún barecillo coyoacanero, pasar por unos tacos al lugar de siempre, pasar a un Oxxo o Seven y llegar a mi casa con algún vodka o cervezas y un ipod con buena música. Pero en los últimos meses se presentaron oportunidades de ir a fiestear (sí, es un verbo, porque yo lo digo) y decidí tomar esas oportunidades. Y arrastrar a mis amigos conmigo. Vaya que nos hemos divertido. Aunque creo que sí comienzo a extrañar esas salidas de barecito tranquilo y/o cervezas en la sala y una buena partida de Gears of War o Magic.
Finalmente...
Libro. Historias de Las Historias. El viernes tuve la oportunidad de acompañar al escritor Alberto Chimal a presentar la antología de minificción Historias de Las Historias, donde aparece un cuento mío. La versión corta es que Chimal hace un concurso mensual de minificción en su sitio web, concursé hace como año y medio y gané. Un día me avisaron que antologarían a los ganadores. Otro día me avisaron que el libro estaba publicado. Otro día me invitaron a la presentación y me ofrecieron formar parte de la mesa con otros autores antologados. Yo dije que sí. Anuncié el evento en Facebook y empezaron a confirmar algunos amigos. Pensé "Será lindo que algunos amigos me acompañen". Had I known what was in store... El viernes a las 5pm, en la Librería Rosario Castellanos, parecía que traía conmigo una porra. Les agradezco infinitamente el haber llegado y haber estado conmigo en ese momento. Mamá, papá, Pao, Hernán, Fiance, Juan Enrique, Laura, Tirzo, Alex, Memo, Liz, Adri, Fer, Karina, Karen, Magui, Julio y Adriana. Y a quienes estuvieron telepáticamente porque la vida no siempre da para eso: Miri, Karlita, Andrea y mi hermano. Se siente bien bonito tanto cariño y apoyo.
Foto de Jorge Tirzo
Foto de Laura Yaniz
Foto de Karina Cabrera
¡¡San Diego Comic Con!!
miércoles, junio 20, 2012
Linkin Park en México
La banda californiana regresa al DF para un concierto en la Arena Ciudad de México el 14 de septiembre.
10 freaking years after their first show in Mexico City. Lo recuerdo claramente... 2 de marzo de 2002, sábado. Yo tenía recital de jazz en la mañana, en el Colegio Continental; mi madre estaba enferma o recién operada de algo y mi hermano fue el encargado de acompañarme al concierto. Los dos traíamos puestas camisas "tipo Chester Bennington". El Foro Sol era enorme. Ya había estado ahí, casi un año antes, para el concierto de los Backstreet Boys (sí, fui muy fan de los Backstreet Boys y Westlife y Savage Garden), pero en aquella ocasión estaba rodeada por miles de niñas como yo, el 2 de marzo había individuos mucho más grandes y rudos. Estábamos del lado derecho viendo al escenario, a tres filas de la pared en las gradas del Foro... boletos de $350.00, los más baratos que encontramos. Esa noche, Linkin Park no era la banda principal. Apenas promovían su álbum debut, Hybrid Theory, y estaban teloneando junto con Static-X para una banda que, lo siento, na más no me entra, Korn.
Yo tenía unos 13 años y estaba en primero de secundaria cuando mi amigo Octavio, que se sentaba enfrente de mí en el salón, llegó un día y me enseñó Hybrid Theory. Yo siempre cargaba mi Discman (como antes mi walkman y después mis sucesivas encarnaciones de iPod) y esa mañana, entre clase y clase, estuvimos escuchando a esa banda rara que sonaba a algo nuevo. Nos gustó mucho. Compré el disco piratísimo en un tianguis y lo escuché hasta rayarlo. Anunciaron la fecha para el concierto y nada me detuvo. Grité y canté y salté cada una de las canciones que Linkin Park interpretó el 2 de marzo de 2002. Luego el shock fue demasiado y me dormí en la segunda canción de Korn.
La primer reseña que publiqué en un medio impreso fue de ese concierto, en el periódico semanal que hacíamos como proyecto de alguna materia en primero de secundaria en el Colegio Brookfield. Yo editaba, así que me di la portada. Así es. De todas formas casi siempre terminaba haciendo yo el 80% de ese periódico, daba igual.
Desde entonces, Linkin Park ha lanzado 4 discos: Meteora (2003), Minutes to Midnight (2007), A Thousand Suns (2010) y Living Things (2012). Sin contar un montón de DVDs, conciertos, en vivos, EPs sólo-para-club-de-fans, etcéteras. Les tomó todo eso y 10 años regresar a la Ciudad de México.
Mi intención original era mencionar un par de problemas que tengo con esta banda. Quería quejarme de una excusa que alguna vez dijeron a un fan mexicano en un meet & greet sobre por qué no volvían. Quería quejarme de los clubes de fans que te cobran membresía... porque me parece increíble que les doy mi devoción y compro sus discos y sus DVDs y pago por ir a sus conciertos y les he dedicado una cantidad enorme de mi tiempo y de mi ser en general... ¿para que además me cobren para hacer oficial que soy su fan? No, sir. Sé que me arriesgo, pero no compraré una membresía de último minuto para tener acceso a la preventa "para fans". Porque Dios sabe que he seguido a esta banda desde que tenía 13 años, que he comprado cada uno de sus discos, que los he defendido y que no perdí la esperanza. Que cuando salió A Thousand Suns conseguí ir a la Listening Party de Warner. Que formo parte del Street Team y les hago toda la promoción que puedo, siempre que se asigna una misión. Que hace unos días, cuando anunciaron su participación e el MTV WorldStage de Monterrey, empecé a buscar boletos de avión y planear formas para conseguir entrada. Que apenas el sábado fui a apartar su nuevo disco, sin la mínima esperanza de alcanzar el poster de regalo (y lo alcancé).
Hoy llegué a la oficina y leí dos mensajes de dos amigos, uno vía Facebook y otro en Twitter, que decían más o menos lo mismo: "Linkin Park en México. 14 de septiembre". Entonces recordé cada canción y cada momento de mi vida para el cual estos seis individuos son una banda sonora. Los amigos que he ganado o perdido, la música, los años en la escuela, todo. Y tuve que perdonarlos, porque no termino de creer que Linkin Park estará de regreso en mi ciudad y que yo estaré ahí, con ellos, con el mismo amor y emoción de esa niña de 13 años.
10 freaking years after their first show in Mexico City. Lo recuerdo claramente... 2 de marzo de 2002, sábado. Yo tenía recital de jazz en la mañana, en el Colegio Continental; mi madre estaba enferma o recién operada de algo y mi hermano fue el encargado de acompañarme al concierto. Los dos traíamos puestas camisas "tipo Chester Bennington". El Foro Sol era enorme. Ya había estado ahí, casi un año antes, para el concierto de los Backstreet Boys (sí, fui muy fan de los Backstreet Boys y Westlife y Savage Garden), pero en aquella ocasión estaba rodeada por miles de niñas como yo, el 2 de marzo había individuos mucho más grandes y rudos. Estábamos del lado derecho viendo al escenario, a tres filas de la pared en las gradas del Foro... boletos de $350.00, los más baratos que encontramos. Esa noche, Linkin Park no era la banda principal. Apenas promovían su álbum debut, Hybrid Theory, y estaban teloneando junto con Static-X para una banda que, lo siento, na más no me entra, Korn.
Yo tenía unos 13 años y estaba en primero de secundaria cuando mi amigo Octavio, que se sentaba enfrente de mí en el salón, llegó un día y me enseñó Hybrid Theory. Yo siempre cargaba mi Discman (como antes mi walkman y después mis sucesivas encarnaciones de iPod) y esa mañana, entre clase y clase, estuvimos escuchando a esa banda rara que sonaba a algo nuevo. Nos gustó mucho. Compré el disco piratísimo en un tianguis y lo escuché hasta rayarlo. Anunciaron la fecha para el concierto y nada me detuvo. Grité y canté y salté cada una de las canciones que Linkin Park interpretó el 2 de marzo de 2002. Luego el shock fue demasiado y me dormí en la segunda canción de Korn.
La primer reseña que publiqué en un medio impreso fue de ese concierto, en el periódico semanal que hacíamos como proyecto de alguna materia en primero de secundaria en el Colegio Brookfield. Yo editaba, así que me di la portada. Así es. De todas formas casi siempre terminaba haciendo yo el 80% de ese periódico, daba igual.
Desde entonces, Linkin Park ha lanzado 4 discos: Meteora (2003), Minutes to Midnight (2007), A Thousand Suns (2010) y Living Things (2012). Sin contar un montón de DVDs, conciertos, en vivos, EPs sólo-para-club-de-fans, etcéteras. Les tomó todo eso y 10 años regresar a la Ciudad de México.
Mi intención original era mencionar un par de problemas que tengo con esta banda. Quería quejarme de una excusa que alguna vez dijeron a un fan mexicano en un meet & greet sobre por qué no volvían. Quería quejarme de los clubes de fans que te cobran membresía... porque me parece increíble que les doy mi devoción y compro sus discos y sus DVDs y pago por ir a sus conciertos y les he dedicado una cantidad enorme de mi tiempo y de mi ser en general... ¿para que además me cobren para hacer oficial que soy su fan? No, sir. Sé que me arriesgo, pero no compraré una membresía de último minuto para tener acceso a la preventa "para fans". Porque Dios sabe que he seguido a esta banda desde que tenía 13 años, que he comprado cada uno de sus discos, que los he defendido y que no perdí la esperanza. Que cuando salió A Thousand Suns conseguí ir a la Listening Party de Warner. Que formo parte del Street Team y les hago toda la promoción que puedo, siempre que se asigna una misión. Que hace unos días, cuando anunciaron su participación e el MTV WorldStage de Monterrey, empecé a buscar boletos de avión y planear formas para conseguir entrada. Que apenas el sábado fui a apartar su nuevo disco, sin la mínima esperanza de alcanzar el poster de regalo (y lo alcancé).
Hoy llegué a la oficina y leí dos mensajes de dos amigos, uno vía Facebook y otro en Twitter, que decían más o menos lo mismo: "Linkin Park en México. 14 de septiembre". Entonces recordé cada canción y cada momento de mi vida para el cual estos seis individuos son una banda sonora. Los amigos que he ganado o perdido, la música, los años en la escuela, todo. Y tuve que perdonarlos, porque no termino de creer que Linkin Park estará de regreso en mi ciudad y que yo estaré ahí, con ellos, con el mismo amor y emoción de esa niña de 13 años.
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jueves, mayo 17, 2012
El Pirata de Patriotismo
Interesante selección de cine en un puesto ambulante.
Siempre habrá controversia respecto a la piratería. Que si es un mal necesario porque hay gente que no puede darse el lujo de ir al cine, que si es terrible porque contribuye a las arcas de los carteles de la droga, que si tenemos un papá pidata, que si mejor lo bajo de Internet y así no le pago a alguien y es como si un amigo me la prestara... en fin.
También habrá siempre controversia respecto al ambulantaje, especialmente en el metro. Lo veo todos los días y me debato entre "Mi voto para quien elimine el ambulantaje en el metro" y "Bueno, pero si los acaban, ¿de qué vivirá esta gente?".
Hoy se me juntaron ambas discusiones mentales. Compré una película pirata afuera de Metro Patriotismo. De un individuo a quien le he comprado películas con anterioridad. Mea culpa. Get over it. El punto de esto no es si está bien o mal que haya comprado una película, sino lo sorprendente de la selección cinematográfica del puesto.
Todas las películas serían aprobadas por mis profes de cine Arturo Rendón Shoup y Manolo Vergara. Y si no aprobadas, al menos no despreciadas. Entre las maravillas que uno le puede comprar a este individuo estaban hoy en la mañana:
Entre muchas otras de más o menos el mismo calibre o al menos el mismo nivel de rareza para un puesto de piratería callejera.
Admito, además, que no compré estas joyas. No, yo a este individuo le compro películas que no he conseguido en otro lado y que tienen que ver más bien con mi condición de geek fan de la ciencia ficción y la fantasía.
y hoy, después de unos meses de esperarla:
Siempre habrá controversia respecto a la piratería. Que si es un mal necesario porque hay gente que no puede darse el lujo de ir al cine, que si es terrible porque contribuye a las arcas de los carteles de la droga, que si tenemos un papá pidata, que si mejor lo bajo de Internet y así no le pago a alguien y es como si un amigo me la prestara... en fin.
También habrá siempre controversia respecto al ambulantaje, especialmente en el metro. Lo veo todos los días y me debato entre "Mi voto para quien elimine el ambulantaje en el metro" y "Bueno, pero si los acaban, ¿de qué vivirá esta gente?".
Hoy se me juntaron ambas discusiones mentales. Compré una película pirata afuera de Metro Patriotismo. De un individuo a quien le he comprado películas con anterioridad. Mea culpa. Get over it. El punto de esto no es si está bien o mal que haya comprado una película, sino lo sorprendente de la selección cinematográfica del puesto.
Todas las películas serían aprobadas por mis profes de cine Arturo Rendón Shoup y Manolo Vergara. Y si no aprobadas, al menos no despreciadas. Entre las maravillas que uno le puede comprar a este individuo estaban hoy en la mañana:
- Los 400 Golpes (Truffaut, 1959)
- El Séptimo Sello (Bergman, 1957)
- La Grande Illusion (Renoir, 1937)
- Ladrón de Bicicletas (De Sica, 1948)
Entre muchas otras de más o menos el mismo calibre o al menos el mismo nivel de rareza para un puesto de piratería callejera.
Admito, además, que no compré estas joyas. No, yo a este individuo le compro películas que no he conseguido en otro lado y que tienen que ver más bien con mi condición de geek fan de la ciencia ficción y la fantasía.
- The Butterfly Circus (Wiegel & Weigel, 2009) [donde además actúa mi muy muy querido Doug Jones]
- Dunes (Lynch, 1984) [sí, la de Sting dirigida por David Lynch]
- The Dark Crystal (Henson & Oz, 1982) [hermoso trabajo de Jim Henson y compañía]
y hoy, después de unos meses de esperarla:
- Labyrinth (Henson, 1986) [con, sí, David Bowie]
Misma que espero ver hoy en la noche, porque el fin de semana estaré en otros lares (Malinalco, por si les importaba).
El punto de todo esto es... si no les causa conflicto ético comprar películas piratas y se encuentran en una de estas materias donde les piden ver películas difíciles de encontrar o simplemente andan por el rumbo de Patriotismo a eso de las 10-11am y tienen ganas de ver una de estas cintas... pues ahí pásenle a visitar a este individuo (o a su chica, porque se turnan el puesto) y échenle una revisadita a su oferta.
Metro Patriotismo del lado de la colonia Condesa, en las escaleras entre el restaurante chino y la antojería de toldo verde.
PD: No he escrito sobre el camino a la Comic Con... pero va una micro-actualización: Ya está comprado el boleto de avión (ida y vuelta) y ya tenemos alojamiento.
lunes, enero 23, 2012
Reloading...
Cinco meses de silencio. No tengo perdón de Dios. Y, ¿por qué? ¿es acaso el miedo a la pantalla? ¿a que me falten las palabras? ¿a que me sobren? No es que no se me ocurran temas, es quizá el eterno temorcillo a ... ¿a qué? No lo sé, francamente. Pero hoy escribo estas palabras porque me disculpo (más con el propio espacio que conmigo).
No es, puedo asegurar (creo), el miedo a que nadie me lea, pues aunque agradezco todo par de ojos que pase por estos rumbos, el deber del escritor es, ante todo, consigo mismo. Y mi deber como escritora (tejedora de palabras, como un amigo me dijera hace algunos años) es, primero que otra cosa, conmigo misma. Porque todos los días escribo (o redacto, que no es igual) en mi cabeza, al menos unas cuantas cuartillas, pero de eso a que sobrevivan el trayecto del metro o el microbús, ya es otro asunto.
Por eso hoy, antes de empezar mis menesteres laborales, me tomo un ratito para medio poner en el editor de texto una entrada que desarrollé en mis quince minutos que van de metro Patriotismo a la oficina de la editorial donde trabajo.
Debo recuentos sobre lo sucedido entre el 20 de agosto y los mediados de diciembre del año pasado, que marcan los límites aproximados de ese último semestre universitario. Debo agradecimientos y recordatorios que no he escrito, quizá, porque me da miedito esto de la remembranza cursilona (porque, después de todo, soy, efectivamente, una nena). Y sin embargo (tiene razón Arturo, es bonito decir "y sin embargo") estoy consciente de que son necesarios. Los escribiré, seguramente más tarde que temprano, dentro de, tal vez, algunos años. Cuando me entre la nostalgia por los cafés, charlas, regresos en autobús, salidas épicas, exámenes, peleas y demás intercambios mágicos que componen la estructura ósea de mi vida académica y social de aquellos meses.
Hoy, no obstante, recuerdo que también debería serme útil y escribir un poco sobre cada libro que leo. Porque aunque no tanto como cuando era más chica, sigo devorando un poco de novela, otro de ensayo histórico, otro montoncillo de cuento, etcétera. Y películas, también, porque tras mis sequías cinematográficas, últimamente he regresado a los complejos y las butacas, aunque nunca abandoné en realidad eso de ver películas, que es una actividad muy engranada en mi familia.
Y música, por supuesto. Considerando que es una de mis carreteras para la vida, sería interesante darle una repasadita a mi música. Y buscar también algo nuevo, porque sigo muy metida en mis clásicos.
En fin, que quizá incluso me ponga a hacer bitácoras laborales, porque con esto del reporteo en los temas que me llenan voy encontrándome con algunas experiencias molto interesantes. Quién sabe, a lo mejor en unos meses les blogueo desde, no sé, alguna de esas cosas geeks que tanto me gustan.
Por cierto, disculpen si de repente el blog pasa del español al inglés, pero sin afán de sonar pretenciosa, a veces no puedo evitar que ciertos temas se me construyan mejor en modo anglosajón. Es inevitable. Vaya, pero si quienes hablan más conmigo lo viven día tras día.
Habiendo establecido estas condiciones, me despido por hoy, pero no por mucho tiempo más. Feliz año pseudo apocalíptico :)
No es, puedo asegurar (creo), el miedo a que nadie me lea, pues aunque agradezco todo par de ojos que pase por estos rumbos, el deber del escritor es, ante todo, consigo mismo. Y mi deber como escritora (tejedora de palabras, como un amigo me dijera hace algunos años) es, primero que otra cosa, conmigo misma. Porque todos los días escribo (o redacto, que no es igual) en mi cabeza, al menos unas cuantas cuartillas, pero de eso a que sobrevivan el trayecto del metro o el microbús, ya es otro asunto.
Por eso hoy, antes de empezar mis menesteres laborales, me tomo un ratito para medio poner en el editor de texto una entrada que desarrollé en mis quince minutos que van de metro Patriotismo a la oficina de la editorial donde trabajo.
Debo recuentos sobre lo sucedido entre el 20 de agosto y los mediados de diciembre del año pasado, que marcan los límites aproximados de ese último semestre universitario. Debo agradecimientos y recordatorios que no he escrito, quizá, porque me da miedito esto de la remembranza cursilona (porque, después de todo, soy, efectivamente, una nena). Y sin embargo (tiene razón Arturo, es bonito decir "y sin embargo") estoy consciente de que son necesarios. Los escribiré, seguramente más tarde que temprano, dentro de, tal vez, algunos años. Cuando me entre la nostalgia por los cafés, charlas, regresos en autobús, salidas épicas, exámenes, peleas y demás intercambios mágicos que componen la estructura ósea de mi vida académica y social de aquellos meses.
Hoy, no obstante, recuerdo que también debería serme útil y escribir un poco sobre cada libro que leo. Porque aunque no tanto como cuando era más chica, sigo devorando un poco de novela, otro de ensayo histórico, otro montoncillo de cuento, etcétera. Y películas, también, porque tras mis sequías cinematográficas, últimamente he regresado a los complejos y las butacas, aunque nunca abandoné en realidad eso de ver películas, que es una actividad muy engranada en mi familia.
Y música, por supuesto. Considerando que es una de mis carreteras para la vida, sería interesante darle una repasadita a mi música. Y buscar también algo nuevo, porque sigo muy metida en mis clásicos.
En fin, que quizá incluso me ponga a hacer bitácoras laborales, porque con esto del reporteo en los temas que me llenan voy encontrándome con algunas experiencias molto interesantes. Quién sabe, a lo mejor en unos meses les blogueo desde, no sé, alguna de esas cosas geeks que tanto me gustan.
Por cierto, disculpen si de repente el blog pasa del español al inglés, pero sin afán de sonar pretenciosa, a veces no puedo evitar que ciertos temas se me construyan mejor en modo anglosajón. Es inevitable. Vaya, pero si quienes hablan más conmigo lo viven día tras día.
Habiendo establecido estas condiciones, me despido por hoy, pero no por mucho tiempo más. Feliz año pseudo apocalíptico :)
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lunes, agosto 08, 2011
It all ends...
Estoy nerviosa como si fuera el primer día de la universidad. Un buen amigo me hizo notarlo hace unos minutos. No es el primer día de clases de la carrera, pero sí es el último primer día de clases de nuestra educación pre Maestrías y Doctorados. Luego vamos al mundo real.
Una amiga adorable, pequeñita de tamaño pero muy grande en otros sentidos más abstractos, me sacó un par de lágrimas con un correo acerca de esta recta final. No es que quiera ponerme sentimental y cursi, pero de verdad es muy extraño esto. He vivido siete años de mi vida en esta escuela. He vivido muchas cosas a partir de ella. He conocido a gente increíble; algunos se han ido, otros se diluyeron en la historia, pero otros se quedaron y los agradezco infinitamente.
Este semestre, gracias a la magia de las materias de tronco común, llevaré clase con algunos de ellos. Tristemente no se podrá con todos, pero otras mágicas coincidencias nos dieron horarios similares y podremos encontrarnos aunque sea para un café... o un abrazo de casi-despedida.
Can't help it, doomsday's coming. Esta entrada es sólo un pequeño respiro antes de lanzarnos al agua. Las bocanadas vendrán en parciales y el calambre llegará por ahí de los exámenes finales. Cruzaremos la meta cerca del 7 de diciembre. Para entonces habrá un texto largo, lloroso y alegre. Habrá menciones específicas y chistes locales. Habrá música.
Y habrá muchos buenos deseos.
Por ahora, que quienes empiecen clases este 8 de agosto tengan un buen semestre. Quienes, como mis amigos y yo, vivirán su último primer día de clases: disfruten cada minuto. Aunque tengan una materia o dos o tres, disfruten. Porque el semestre se irá rápido. Como se nos han ido estos años de universidad.
Una amiga adorable, pequeñita de tamaño pero muy grande en otros sentidos más abstractos, me sacó un par de lágrimas con un correo acerca de esta recta final. No es que quiera ponerme sentimental y cursi, pero de verdad es muy extraño esto. He vivido siete años de mi vida en esta escuela. He vivido muchas cosas a partir de ella. He conocido a gente increíble; algunos se han ido, otros se diluyeron en la historia, pero otros se quedaron y los agradezco infinitamente.
Este semestre, gracias a la magia de las materias de tronco común, llevaré clase con algunos de ellos. Tristemente no se podrá con todos, pero otras mágicas coincidencias nos dieron horarios similares y podremos encontrarnos aunque sea para un café... o un abrazo de casi-despedida.
Can't help it, doomsday's coming. Esta entrada es sólo un pequeño respiro antes de lanzarnos al agua. Las bocanadas vendrán en parciales y el calambre llegará por ahí de los exámenes finales. Cruzaremos la meta cerca del 7 de diciembre. Para entonces habrá un texto largo, lloroso y alegre. Habrá menciones específicas y chistes locales. Habrá música.
Y habrá muchos buenos deseos.
Por ahora, que quienes empiecen clases este 8 de agosto tengan un buen semestre. Quienes, como mis amigos y yo, vivirán su último primer día de clases: disfruten cada minuto. Aunque tengan una materia o dos o tres, disfruten. Porque el semestre se irá rápido. Como se nos han ido estos años de universidad.
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