A (por radio): Uno. Dos. Tres. ¿Dónde está el cuarto? Repito. ¿Dónde está el cuarto?
B (por radio): No tenemos registro de su ingreso. Ni una palabra.
A (por radio): Pero sabemos que falta, ¿no?
B (por radio): No estamos seguros.
A (a su alrededor, sin dejar de llamar por radio): ¿Alguien vio señal de un cuarto?
C: No.
D: No señor, nadie. ¿De dónde dice usted que hubo otro?
A (a los subalternos y al radio): El menos peor lo dice.
B (por radio): ¿Qué dice?
A (a todos): "Éramos cuatro" y nada más tenemos tres.
B (por radio): Voy a preguntar en el anfiteatro.
A (por radio): Espero noticias.
C: Señor, si el que está preguntando se despierta, ¿qué le decimos?
A: Vuelvan a dormirlo y reporten conmigo.
D: ¿Y ellas?
A: Está difícil que se despierten. Ésta hasta después de cirugía, la otra como en doce horas.
C: ¿Sabe si ya le avisaron a algún pariente?
A (saliendo del pabellón): Cosa del trabajador social. Si tienes tiempo ve y preguntas.
C: Sí señor.
D: Chale... están bien chavitos.
C: Ni tanto, ni tanto.
D: Pero igual, ve cómo quedaron...
C: ¿Qué fue?
D: Se volcaron.
C: Seguro venían borrachos.
D: Ni una gota, nada de alcohol. Quién sabe si el cuarto.
C: ¿El que no aparece? P's igual y tampoco... venían juntos, ¿no?
D: Sí.
C: Ya ni te apures. Si neta eran cuatro luego lo encuentran.
D: P's sí...
A (regresa al pabellón): ¿Ha vuelto a hablar aquél?
D: No señor.
B (por radio): Joven no identificado. Alrededor de veinte años. Arribando.
A (por radio): ¿Nuevo? ¿ya encontraste a mi cuarto?
B (por radio): Tu cuarto, creen. Accidente, dos a-eme. Volcadura. Estaba en traslado, iban pa' otra clínica.
A (por radio): ¿Cómo viene?
B (por radio): Directo al anfiteatro.
A (a subalternos): ¡Carajo!
B (por radio): ¿Mande?
A (por radio): Ahí voy.
C: Señor, ¿y ahora?
A (saliendo del pabellón): P'ts... si se despierta aguántense. Ahorita subo.
D: Sí señor.
C: Madres... qué joda.
D: Y tan chavitos.
1 (ronco): Éramos cuatro...
Escribo desde que descubrí que se podía. Aquí va de todo: mis obsesiones, mis detrás de cámaras, mis experimentos.
domingo, diciembre 06, 2009
domingo, noviembre 29, 2009
In loving memory: George Harrison
También le decían "L'Angelo Misterioso", aunque no sé por qué. Hace 8 años murió de cáncer un músico brillante. Hace 8 años yo tenía 12 y lloré cuando escuché en las noticias que mi Beatle favorito, el autor de una de las canciones más hermosas en la historia del rock, el señor guitarrista muy amigo del Señor del requinto Eric Clapton, el hombre del bigote pacífico y la mirada suave, había fallecido rodeado de su familia en una mansión en Hollywood Hills.
Esta noche lo recuerdo y recuerdo las palabras de su paso por la música: Something, Here Comes the Sun, I've got my mind set on you, My Sweet Lord, Give me Love (Give me Peace on Earth)...
Si Harrison no hubiera tocado con los Beatles, ¿lo hubiésemos conocido? Probablemente no. Probablemente no hubiera pasado de los bares locales, tal vez la radio de la zona, pero ¿fama mundial, conciertos multitudinarios? No, no lo creo. No porque dude de su capacidad musical, sino porque la industria es eso: un negocio. Una maquinaria compleja que con los años se ha vuelto más oscura y perversa. Llegar a la cima no siempre ha sido para quienes lo merecen, pero hay casos, como el de mi querido George, donde esta subida no fue sólo justa, sino que representó una bendición para millones de oídos y almas.
(Sí, de esa misma manera en que Don McLean habla del rock como salvador de almas)
Y es que George Harrison era un alma pura. Un músico brillante, una voz imperfecta pero entusiasta, una habilidad nítida para la composición de temas destacados. No todas sus canciones fueron éxitos, pero haber sido el compositor de Something, o de Here Comes the Sun... ¿quién posee tanta bendición?
8 años más tarde y el mundo se ha puesto más violento. 8 años más tarde y estoy a 2 de terminar la carrera. 8 años más tarde y ya también se murió el abuelo que me quedaba. 8 años más tarde y cuando por fin encontré un alguien a quien relacionar con "Something", se va a la basura. 8 años... y yo todavía busco cómo estar contigo, my sweet George.

Datos básicos:
Esta noche lo recuerdo y recuerdo las palabras de su paso por la música: Something, Here Comes the Sun, I've got my mind set on you, My Sweet Lord, Give me Love (Give me Peace on Earth)...
Si Harrison no hubiera tocado con los Beatles, ¿lo hubiésemos conocido? Probablemente no. Probablemente no hubiera pasado de los bares locales, tal vez la radio de la zona, pero ¿fama mundial, conciertos multitudinarios? No, no lo creo. No porque dude de su capacidad musical, sino porque la industria es eso: un negocio. Una maquinaria compleja que con los años se ha vuelto más oscura y perversa. Llegar a la cima no siempre ha sido para quienes lo merecen, pero hay casos, como el de mi querido George, donde esta subida no fue sólo justa, sino que representó una bendición para millones de oídos y almas.
(Sí, de esa misma manera en que Don McLean habla del rock como salvador de almas)
Y es que George Harrison era un alma pura. Un músico brillante, una voz imperfecta pero entusiasta, una habilidad nítida para la composición de temas destacados. No todas sus canciones fueron éxitos, pero haber sido el compositor de Something, o de Here Comes the Sun... ¿quién posee tanta bendición?
8 años más tarde y el mundo se ha puesto más violento. 8 años más tarde y estoy a 2 de terminar la carrera. 8 años más tarde y ya también se murió el abuelo que me quedaba. 8 años más tarde y cuando por fin encontré un alguien a quien relacionar con "Something", se va a la basura. 8 años... y yo todavía busco cómo estar contigo, my sweet George.

Datos básicos:
- Nació el 23 de febrero de 1943 en Wavertree, Liverpool, Inglaterra
- Conoció a su amigo Paul McCartney en el Instituto Liverpool (algo así como la preparatoria) y se unió a su banda The Quarrymen (que después se convirtieron en los Beatles)
- En 1962 se lanzó el primer sencillo y primer éxito de los Beatles: "Love me do"
- En 1965 recibió la Orden del Imperio Británico
- En ese mismo año aprendió a tocar el cítar y se sumergió en la vida hindú
- En octubre de 1969 los Beatles lanzan "Something", escrita por George Harrison, como el lado B de su sencillo "Come Together" del álbum Abbey Road
- El 4 de enero de 1970 realizó su última sesión de grabación con los Beatles
- En 1970 edita su 3er álbum solista pero 1o tras la separación de los Beatles All Things Must Pass
- En 1971 organiza el Concierto para Bangladesh
- De 1988 a 1990 toca en la banda de ensueño The Traveling Wilburys con sus amigos y colegas: Roy Orbison, Jeff Lynne, Bob Dylan y Tom Petty
- En 1997 le fue detectado cáncer de garganta, y desde entonces se sometió a rigurosos tratamientos para combatirlo
- En mayo de 2001 retiraron un tumor de sus pulmones y unos meses más tarde, uno de su cerebro
- 29 de noviembre de 2001: George Harrison fallece en Los Ángeles, California
- 29 de noviembre de 2002, el Concierto para George es realizado en el Royal Albert Hall en Londres, organizado por su viuda Olivia Trinidad Arias, su hijo Dhani Harrison y su mejor amigo, Eric Clapton
martes, noviembre 24, 2009
Clase de literatura
(sólo porque no quiero dejar los 20 sin publicar algo en este lugar)
Producto de mi clase de hoy de literatura hispanoamericana.
literatura de marketing
literatura mercadológica
literatura de mercader
(que no es lo mismo que el mercadeo de la literatura)
y mucho menos mencionar
la industria
ni la cosmética
ni ética de las relaciones públicas (literarias)
que nada tienen que ver con
el público literario
ni el literato público
ni la literatura pública
ni la publicada
ni el literato sin publicar
que al final es el único "pobre" que sin mercadeo ni nada
se alimenta de nada que no sean
sus propios versos
(FIN)
Producto de mi clase de hoy de literatura hispanoamericana.
literatura de marketing
literatura mercadológica
literatura de mercader
(que no es lo mismo que el mercadeo de la literatura)
ni el mercado literario
ni la literatura de mercado
ni el mercader literario
ni la literatura de mercado
ni el mercader literario
y mucho menos mencionar
la industria
ni la cosmética
ni ética de las relaciones públicas (literarias)
que nada tienen que ver con
el público literario
ni el literato público
ni la literatura pública
ni la publicada
ni el literato sin publicar
que al final es el único "pobre" que sin mercadeo ni nada
se alimenta de nada que no sean
sus propios versos
(porque de nutritiva, la literatura es más bien agua
que con mercadeo termina en comida chatarra)
que con mercadeo termina en comida chatarra)
(FIN)
viernes, octubre 09, 2009
La solista
Esta noche es noche de notas al aire...
Me da un poco de susto conocer a alguien que ama al cine (la experiencia del cine) con tanto candor. Va más allá de mí.
He hallado un nuevo término: ensonrecedor. Dícese de aquella palabra, situación, hecho o acontecimiento que provoca una sonrisa en el espectador, oyente, lector, o sujeto involucrado. Es un concepto preciso, de acuerdo con mi hipotálamo y conmigo.
No hay día que pase que no refuerce mi absoluta, total y completa fe en la música. Hoy en la mañana mi paseo en microbús fue abismalmente distinto de mi último viernes en microbús. Hoy una niña subió al camión, una chica de unos 16 años, mezclillas gastados, mochila gastada, expresión gastada. Esta vez no sentí miedo, ni siquiera preocupación. Se sujetó al poste cercano a la puerta de salida y así parada extrajo de su morral hojas pautadas. Empezó a cantar. Ópera. Bien. Más que bien. Me bajé un par de cuadras después. Sólo pude darle 2 pesos porque me quedaban alrededor de 10 para otro micro y el regreso.
Se nos frustró una fiesta. Espero que el pie de Liz se recupere pronto, para compensarla :)
Hay noches como ésta que uno no se explica. El ambiente se siente mágico, cargado de un algo universal... como de paz, pero no una paz quieta, una paz alegre, silenciosa... trepidante.
Y en medio de todo, alguien sonríe.
Me da un poco de susto conocer a alguien que ama al cine (la experiencia del cine) con tanto candor. Va más allá de mí.
He hallado un nuevo término: ensonrecedor. Dícese de aquella palabra, situación, hecho o acontecimiento que provoca una sonrisa en el espectador, oyente, lector, o sujeto involucrado. Es un concepto preciso, de acuerdo con mi hipotálamo y conmigo.
No hay día que pase que no refuerce mi absoluta, total y completa fe en la música. Hoy en la mañana mi paseo en microbús fue abismalmente distinto de mi último viernes en microbús. Hoy una niña subió al camión, una chica de unos 16 años, mezclillas gastados, mochila gastada, expresión gastada. Esta vez no sentí miedo, ni siquiera preocupación. Se sujetó al poste cercano a la puerta de salida y así parada extrajo de su morral hojas pautadas. Empezó a cantar. Ópera. Bien. Más que bien. Me bajé un par de cuadras después. Sólo pude darle 2 pesos porque me quedaban alrededor de 10 para otro micro y el regreso.
Se nos frustró una fiesta. Espero que el pie de Liz se recupere pronto, para compensarla :)
Hay noches como ésta que uno no se explica. El ambiente se siente mágico, cargado de un algo universal... como de paz, pero no una paz quieta, una paz alegre, silenciosa... trepidante.
Y en medio de todo, alguien sonríe.
sábado, octubre 03, 2009
Taciturna
Delmira y Alfonsina. Storni y Agustini. Poesía y dramática concepción de la vida. El amor y el deseo de libres vuelos por encima de todo ese mundo eterno. Y yo aquí, pequeña en mi diámetro de acción, enorme el afán de sin razón, o sea, de corazón. Que si desplumo al gallo y le arranco el pico y lo lanzo al caldo, no tengo sino agua hirviente que me escalda las manos. Y nada, que veo una, dos siluetas de posibles ruedos, y ésta cuando voy a dar el paso me es vedada y la otra mientras más me acerco más se aparta. Vivo en una caja de espejos tuertos.
Encuentro en el abismo un par de ojos que me miran mirarme en ellos. Sobresalto y chispa involuntarios. Los cuatro iris conectamos. Guiña, ligero ademán de por qué no vienes conmigo, qué esperas. Guiño en respuesta. Avanzo, las tripas hechas hormiguero, las venas enjambre, el corazón parvada de perros enfermos. De hambre, que les urge una pizca de aquéllo. Una ventrícula que si sigue así podría tragarse sin pensarlo un muslo de pollo envenenado. Que aunque sea pollo y sepa a nada, como tantos sustitutos en esta ansia, apaciguará un momento la úlcera dentada en la válvula de mi cama.
Me ilusionan los gestos. De a poco reconozco la sombra, el porte, la cara... la mano ocultando el cuchillo en la espalda. Curioso, muy curioso. ¡Ah! el misterio, la boca ligeramente arrugada, el acento en su voz que todavía no habla, el paso, la flama... Llego hasta su efigie y para. Des-engaño. Una película gruesa, firme, nos separa. Ahí está él, mío, como siempre imaginé y parecido a como encontré tantos. Rasco con las uñas el muro, él me observa asombrado. Sus dedos siguen la trayectoria de los míos, su expresión viaja de la emoción a la desesperanza y al desencanto. Irrompible la partición entre ambos. Frustrada, pateo. El cristal y su fondo de plata se desgajan frente a mí en millones de carismáticos trocitos de mi alma. Cada uno con su rasgo distintivo, que si la sensibilidad, que si la cultura, que si el entusiasmo, que si la pasión, que si la curiosidad, que si la libertad, que si la locura. Miran al techo, algunos con un ligero goteo en la comisura interna de las pestañas. Se tapan la cara con las manos, asoman despacio entre los dedos. Frente a mí ya nada, el muro vacío, donde antes de quebrarlo colgaba, tamaño natural, un espejo de mí y de mis más abstractos y corrosivos anhelos.
Encuentro en el abismo un par de ojos que me miran mirarme en ellos. Sobresalto y chispa involuntarios. Los cuatro iris conectamos. Guiña, ligero ademán de por qué no vienes conmigo, qué esperas. Guiño en respuesta. Avanzo, las tripas hechas hormiguero, las venas enjambre, el corazón parvada de perros enfermos. De hambre, que les urge una pizca de aquéllo. Una ventrícula que si sigue así podría tragarse sin pensarlo un muslo de pollo envenenado. Que aunque sea pollo y sepa a nada, como tantos sustitutos en esta ansia, apaciguará un momento la úlcera dentada en la válvula de mi cama.
Me ilusionan los gestos. De a poco reconozco la sombra, el porte, la cara... la mano ocultando el cuchillo en la espalda. Curioso, muy curioso. ¡Ah! el misterio, la boca ligeramente arrugada, el acento en su voz que todavía no habla, el paso, la flama... Llego hasta su efigie y para. Des-engaño. Una película gruesa, firme, nos separa. Ahí está él, mío, como siempre imaginé y parecido a como encontré tantos. Rasco con las uñas el muro, él me observa asombrado. Sus dedos siguen la trayectoria de los míos, su expresión viaja de la emoción a la desesperanza y al desencanto. Irrompible la partición entre ambos. Frustrada, pateo. El cristal y su fondo de plata se desgajan frente a mí en millones de carismáticos trocitos de mi alma. Cada uno con su rasgo distintivo, que si la sensibilidad, que si la cultura, que si el entusiasmo, que si la pasión, que si la curiosidad, que si la libertad, que si la locura. Miran al techo, algunos con un ligero goteo en la comisura interna de las pestañas. Se tapan la cara con las manos, asoman despacio entre los dedos. Frente a mí ya nada, el muro vacío, donde antes de quebrarlo colgaba, tamaño natural, un espejo de mí y de mis más abstractos y corrosivos anhelos.
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