Falta menos de un mes para Navidad. Pero yo estoy lista desde siempre.
La Navidad es una fecha importante en casa. No sé bien por qué razón, pero es la época favorita de mi papá y está empatada en mi top 2 con la doble celebración de Noche de Brujas y Día de Muertos. Creo que ni siquiera mi cumpleaños me gusta tanto. Aunque en realidad eso se debe a que cuento mi cumpleaños dentro de las fiestas de fin de año, porque con esa celebración se inaugura el "Holiday Season" en mi familia (si viviéramos en Estados Unidos, sería un double feature con Acción de Gracias).
Uno de los asuntos con la Navidad es que mi madre no es muy fan, a diferencia de mi papá y yo, que nos emocionamos desde noviembre y planeamos la iluminación de la casa durante todo el año. Usualmente ponemos el árbol (una cosa de dos metros de altura hecho de algún plástico verde que semeja un pino natural) y las decoraciones correspondientes el fin de semana más cercano al 12 de diciembre (no hay motivo guadalupano, simplemente nos parece un buen punto medio). Este año será distinto, porque en ese fin de semana yo estaré en la graduación de una de mis queridas amigas de la escuela (todos feliciten a Jade, que se convierte en Ingeniera en Biotecnología), de modo que todo se adelanta para el 1 de diciembre. Secretamente también será nuestra forma de evasión para olvidar que ese día toma posesión de la silla presidencial el sujeto aquél que no quiero mencionar.
¿Por qué soy tan feliz ese fin de semana? Porque hay música (navideña, duh, una compilación armada entre mi padre y yo que dejamos en repeat toda la tarde), pizza (no me importa si técnicamente no es comida navideña, en mi casa aplica perfecto para comer post jornada de decoración), películas ("La Joya de la Familia" es perfecta y una de nuestras favoritas), frío y ropa acorde (no saben lo genial que es un gorro de Santa hasta que lo usan mientras están trepados en un muro colgando series de luces) y adornos (decenas: antiguos – esferas que están en la familia desde mis abuelas, nuevos – botas y cosas que hago cada año, curiosos – títere de hombre de jengibre, anyone?).
Algo nuevo este año será, probablemente, el horneado de galletas. Lo intentamos en 2011 pero éramos muy novatas y no quedaron tan bien como podrían. 2012 será diferente. Por ahora me entretengo pensando en la lista de cosas que quiero resolver antes del 24 de diciembre. Eso incluye: R-E-G-A-L-O-S. Mi madre y yo tenemos esta tradición no oficial de ir un día al centro de Coyoacán a buscar regalos. El año pasado añadimos el mercado de Portales a este recorrido. Creo que en un par de semanas lo repetiremos. Con comida china, oh yeah.
Les dejo algunas de las canciones que nunca faltan en mi compilación navideña:
"All I Want For Christmas Is You" - My Chemical Romance
Todo el disco "Christmas with Conniff" del coro y orquesta de Ray Conniff
"What's This" y "Making Christmas" del soundtrack de The Nightmare Before Christmas
Creo que este diciembre añadiré "Let It Snow" de The Baseballs... ¿alguna sugerencia?
Escribo desde que descubrí que se podía. Aquí va de todo: mis obsesiones, mis detrás de cámaras, mis experimentos.
miércoles, noviembre 28, 2012
Navidad, Navidad...
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martes, noviembre 20, 2012
¿Por qué te tatuatis?
No sé cómo decirle a mi papá que me hice un tatuaje.
Tengo la vaga esperanza de que lo descubra en Facebook y cuando lleguemos ambos a casa haya pasado el shock inicial. Admito que me da algo de miedito mostrarle el brazo y decir "Papá, me hice un tatuaje". Me siento como una niña de 16 años que falsificó una firma y una voz al teléfono para convencer al tatuador de que no hay problema, tengo permiso. (Eso pasó, pero no a mí y sí en la prepa).
El asunto es que ya no tengo 16 ni 17 ni 18 años. El próximo domingo cumpliré 24 y estoy acercándome a esa cifra un poco escéptica y otro poco sin saber bien qué demonios sigue. Pero eso es otro tema... volvamos al tatuaje:
Hace años decidí que los tatuajes son algo que visualmente me agrada y que sólo haría si encontraba razones o motivos o inspiración sólida para escribirme algo de por vida en alguna zona de la piel. Hace menos tiempo decidí que quiero alrededor de 4 tatuajes de aquí a una década: ya los tengo planeados todos. Algunos hasta con fecha.
Éste, el primero, fue en realidad el segundo que planeé, pero es que el otro necesita una fecha exacta y para ello faltan como tres años. Éste es una modificación al verso principal de una de mis canciones favoritas (todos los tatuajes serán versos de canciones): "Believe" del disco Ocean Avenue de la banda estadounidense Yellowcard. Lectores y amigos ya saben que tengo una fuerte conexión con ese grupo. Esta canción en particular es el mantra que me repito a mí misma cada vez que tengo un problema o que estoy muy triste o muy enojada o muy asustada. Y eso, siendo la persona insegura y desconfiada que soy, pasa con relativa frecuencia.
Hace meses decidí, con una de mis mejores amigas, que iríamos a tatuarnos juntas antes de fin de año. Entre la vida y la economía fuimos posponiendo el evento... y ayer decidí que ya, que si seguía así nunca lo haría y como dicen en RENT: "No day but today". Fui a hacer la cita para en la tarde-noche y regresé a mi casa sabiendo que en unas horas habría activamente hecho un cambio permanente en mí. A las seis de la tarde encontré a tres de esas amigas a quienes adoro con todo mi ser paradas afuera de un estudio de tatuajes cerca de Paseo Acoxpa. Las tres me acompañaron, me relajaron, contaron chistes, hicieron todo para que yo no perdiera valor. Las amo por estar ahí conmigo durante todo el proceso, incluido el rato posterior buscando la pomada correcta en el súper y bebiendo un café para bajar los nervios.
¿Por qué ayer?
Este fin de semana de puente fue una cosa rarísima. Estuve en mi casa el mínimo de tiempo y en cambio pasé ratos muy importantes con amigos muy importantes. Los detalles no vienen al caso, pero Turi, Fiance, Karla, Mel y Magui me ayudaron a recalibrar asuntos mentales y emocionales con los que ya estoy más en paz y casi preparada para entrar al año 25 de mi vida sin mayor drama que el par de problemas que yo solita me conseguí (uno menos si mi padre lee esto antes de que lo vea hoy y no se enoja porque su niña se tatuó).
Ayer desperté y supe que era el día. Fue, sí, una decisión impulsiva, pero hasta mis decisiones más impulsivas tienen una base de planeación y haber pensado las cosas. Entonces no, no me saqué el tatuaje de la manga y sí, estaba en mis cabales cuando hice la cita. El diseño y la tipografía los tenía seleccionados desde mayo (aproximadamente) y sólo necesité llevárselos en USB al tatuador (Alfredo Chavarría de Ink Dealers). Él hizo su magia.
Los tatuajes no son tema nuevo en mi casa. Llevaba meses diciéndole a mis padres que planeaba tatuarme antes de fin de año. Mi hermano tiene muchos y apenas el año pasado se los mostró a mi papá. Mi propio padre ha jugado con la idea de tatuarse en algún momento de la vida. Quiero pensar que me dará algo de crédito el hecho de haberles advertido, haberlo comentado con antelación y principalmente: no esconderlo durante veinte años, thank you very much.
Sé y estoy consciente de que entintarme el brazo no me hace automáticamente una persona más fuerte y segura, pero sí sé que haber tomado la decisión y hacerla real refuerza a la persona que soy. Be strong. BELIEVE es un compromiso que hago conmigo misma para el resto de mi vida. Pase lo que pase y whatever it takes.
Entonces...
a) el tatuaje no fue un algo no planeado y accidental
b) estoy siendo bastante abierta al respecto
c) tiene un significado y relevancia para mí, la persona tatuada
Así que, papi, no te enojes por favor. Es un tatuaje, no es el fin del mundo.
Tengo la vaga esperanza de que lo descubra en Facebook y cuando lleguemos ambos a casa haya pasado el shock inicial. Admito que me da algo de miedito mostrarle el brazo y decir "Papá, me hice un tatuaje". Me siento como una niña de 16 años que falsificó una firma y una voz al teléfono para convencer al tatuador de que no hay problema, tengo permiso. (Eso pasó, pero no a mí y sí en la prepa).
El asunto es que ya no tengo 16 ni 17 ni 18 años. El próximo domingo cumpliré 24 y estoy acercándome a esa cifra un poco escéptica y otro poco sin saber bien qué demonios sigue. Pero eso es otro tema... volvamos al tatuaje:
"Be strong. BELIEVE"
Hace años decidí que los tatuajes son algo que visualmente me agrada y que sólo haría si encontraba razones o motivos o inspiración sólida para escribirme algo de por vida en alguna zona de la piel. Hace menos tiempo decidí que quiero alrededor de 4 tatuajes de aquí a una década: ya los tengo planeados todos. Algunos hasta con fecha.
Éste, el primero, fue en realidad el segundo que planeé, pero es que el otro necesita una fecha exacta y para ello faltan como tres años. Éste es una modificación al verso principal de una de mis canciones favoritas (todos los tatuajes serán versos de canciones): "Believe" del disco Ocean Avenue de la banda estadounidense Yellowcard. Lectores y amigos ya saben que tengo una fuerte conexión con ese grupo. Esta canción en particular es el mantra que me repito a mí misma cada vez que tengo un problema o que estoy muy triste o muy enojada o muy asustada. Y eso, siendo la persona insegura y desconfiada que soy, pasa con relativa frecuencia.
Hace meses decidí, con una de mis mejores amigas, que iríamos a tatuarnos juntas antes de fin de año. Entre la vida y la economía fuimos posponiendo el evento... y ayer decidí que ya, que si seguía así nunca lo haría y como dicen en RENT: "No day but today". Fui a hacer la cita para en la tarde-noche y regresé a mi casa sabiendo que en unas horas habría activamente hecho un cambio permanente en mí. A las seis de la tarde encontré a tres de esas amigas a quienes adoro con todo mi ser paradas afuera de un estudio de tatuajes cerca de Paseo Acoxpa. Las tres me acompañaron, me relajaron, contaron chistes, hicieron todo para que yo no perdiera valor. Las amo por estar ahí conmigo durante todo el proceso, incluido el rato posterior buscando la pomada correcta en el súper y bebiendo un café para bajar los nervios.
¿Por qué ayer?
Este fin de semana de puente fue una cosa rarísima. Estuve en mi casa el mínimo de tiempo y en cambio pasé ratos muy importantes con amigos muy importantes. Los detalles no vienen al caso, pero Turi, Fiance, Karla, Mel y Magui me ayudaron a recalibrar asuntos mentales y emocionales con los que ya estoy más en paz y casi preparada para entrar al año 25 de mi vida sin mayor drama que el par de problemas que yo solita me conseguí (uno menos si mi padre lee esto antes de que lo vea hoy y no se enoja porque su niña se tatuó).
Ayer desperté y supe que era el día. Fue, sí, una decisión impulsiva, pero hasta mis decisiones más impulsivas tienen una base de planeación y haber pensado las cosas. Entonces no, no me saqué el tatuaje de la manga y sí, estaba en mis cabales cuando hice la cita. El diseño y la tipografía los tenía seleccionados desde mayo (aproximadamente) y sólo necesité llevárselos en USB al tatuador (Alfredo Chavarría de Ink Dealers). Él hizo su magia.
Los tatuajes no son tema nuevo en mi casa. Llevaba meses diciéndole a mis padres que planeaba tatuarme antes de fin de año. Mi hermano tiene muchos y apenas el año pasado se los mostró a mi papá. Mi propio padre ha jugado con la idea de tatuarse en algún momento de la vida. Quiero pensar que me dará algo de crédito el hecho de haberles advertido, haberlo comentado con antelación y principalmente: no esconderlo durante veinte años, thank you very much.
Sé y estoy consciente de que entintarme el brazo no me hace automáticamente una persona más fuerte y segura, pero sí sé que haber tomado la decisión y hacerla real refuerza a la persona que soy. Be strong. BELIEVE es un compromiso que hago conmigo misma para el resto de mi vida. Pase lo que pase y whatever it takes.
Entonces...
a) el tatuaje no fue un algo no planeado y accidental
b) estoy siendo bastante abierta al respecto
c) tiene un significado y relevancia para mí, la persona tatuada
Así que, papi, no te enojes por favor. Es un tatuaje, no es el fin del mundo.
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