jueves, marzo 29, 2012

Accidental y catastrófico.

Día 1 en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

No me malentiendan, tampoco estuvo tan terrible el día. En parte fue culpa mía, en parte errores humanos, en parte que dormí poco y que dormir en un avión es terriblemente incómodo.

Mi vuelo salió a las 7:20am del DF, por lo que anduve despierta desde como las 2:30. Fue un vuelo de cuatro horas en los aviones de Avianca, que tienen una sorprendente selección fílmica en su centro de entretenimiento. Vi My week with Marilyn y determiné dos cosas:
1. Qué buena es Michelle Williams. Siempre me ha caído bien, pero ahora sí se la voló (dicen que en Blue Valentine también, pero no la he visto).
2. A diferencia de Daniel Radcliffe, no veo a Emma Watson dejando ir a Hermione. En sus breves apariciones se dedica a hacer exactamente los mismos gestos que hacía en Harry Potter.

Llegué al aeropuerto Eldorado en Bogotá y ¡oh sorpresa! Nadie fue a recogerme. Había un individuo de mi hotel pero iba por un periodista brasileño. Encontré a unos jóvenes que traían playeras del festival y les expliqué mi situación. Tras unos cuarenta minutos de deliberaciones telefónicas y discusiones entre mandos medios y superiores, uno de ellos, Carlos, me trajo al hotel donde me hospedo. En el camino conversamos sobre el festival y el ánimo de la ciudad. Carlos me contó sobre la controversia de las obras públicas (vías principales cerradas o a la mitad de su capacidad, rumores de corrupción y enriquecimiento ilícito) y sobre lo inseguro que puede ser caminar sola a ciertas horas de la noche. Hasta ahora sólo he encontrado gente amable, así que por ese lado creo que hay un equilibrio cósmico.

Mi tarde se vio aderezada por un pequeño drama bancario. Mi banco bloqueó mi tarjeta porque olvidé avisarles que saldría del país. Mea culpa, indudablemente. Y yo sin un peso (colombiano, porque mexicanos traigo cien). Y que en la casa de cambio no aceptan pesos mexicanos. Y que no podía llamar desde el hotel sin un depósito en efectivo que no podría hacer si no conseguía llamar... Afortunadamente, el wifi sí pifó, así que my very dear Oh Canada me ayudó desde el DF y conseguimos desbloquear la tarjeta. Fue una tarde muy estresante.

La noche se salvó porque vi una obra de teatro llamada El dictador de Copenhague. Heartwrenching.

Pero ahora debo bajar a conferencia de prensa. Más información en la noche ;)

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