De repente se me va la onda y dejo un poco abandonado este lado de mi vida virtual, ustedes disculpen. En los últimos meses, mi vida ha pasado de interesante a muy ocupada. No es que antes fuera yo una ociosa, pero es distinto dedicarte de lleno a la vida laboral que trabajar medio tiempo y estudiar la otra mitad.
Como algunos de ustedes recuerdan, me gradué de periodismo hace unos meses (7, para ser exactos) y desde entonces paso mis ocho horas reglamentarias (or so) en las oficinas de Editorial Mapas, donde trabajo para la revista Gatopardo y para la Nueva Guía del Centro Histórico. Toda la vida he sido una workaholic intensa que se carga de trabajo porque le resulta divertido. Así que un día, platicando con un amigo, pensamos "¿Y qué tal si abrimos un blog donde escribamos de todas las cosas que nos gustan?"... lo cual nos lleva a uno de los highlights de esta semana:
La Hora Libre. Esta semana abrimos el blog La Hora Libre. Llevaba en línea desde principios de junio, pero entre meterle contenido y armarlo en términos generales, habíamos tardado en hacerlo público. El sitio se explica a sí mismo, pero hago notar que con este proyecto tengo la fortuna de trabajar con personas a quienes a) quiero mucho, b) respeto en cantidades extranormales, y c) están más o menos igual de locos que yo (and that's saying something). Si les interesan el cine, la música, los cómics, la tecnología, los videojuegos y cosas por el estilo, hagan el favor de pasar a leernos. Agradecimientos especiales a Alex "Chinoz" Rocha (cofundador, coeditor y coetcétera), Miriam Ley (diseñadora gráfica y acompañante cafetera del diario), Genaro Chávez (ingeniero de mente compleja y una paciencia considerable), Leo Lozano (internacionalista, amigo de años y colaborador sumamente comprometido), Rodrigo Raya (hermano universitario, ultrafanático de la animación y analista no tan de clóset), Zyanya Zavaleta (mi hermana gemela y cómplice absoluta en mis locuras), Lalo Castillo (psicópata gamer y excelente amigo) y last but not least, a Raúl E. Pérez Rioja (fiance, dearest friend, cómplice, etc). Ellos forman parte del staff de este proyecto y están dando el salto de fe con nosotros.
En otro momento destacado de esta semana:
Comida gemela. Ya les he hablado sobre Zyanya. Es mi gemela, la adoro with all my heart, y se casa este septiembre. La vi el jueves y comimos juntas. Fue, por una hora, como regresar a noveno semestre de la universidad, temporada en la que además de estatura, cumpleaños y carrera, compartimos casa. 12 pasos nos separaban. Si tenía una idea ridícula a las 11pm, podía caminar esos 12 pasos hasta su puerta y tocar. Si súbitamente, ella sentía la necesidad de mostrarme un video de Supernatural, podía caminar los 12 pasos hasta mi puerta y tocar. Cuando nos aburríamos bajábamos a ver la tele o nos sentábamos las dos en la misma cama a platicar de todos los temas que ya hemos platicado quince veces. Cuando había proyectos enormes que terminar, pasábamos de trabajar en su cama (el cuarto es pequeño, así que no hay espacio para un escritorio) a repartirnos por mi recámara (escritorio o colchón) a tener encendida la luz del comedor hasta el amanecer, con mi perro fielmente acurrucado en la puerta de la cocina. Comer con ella fue recordar eso y hacer planes, porque uno hace planes con su familia. Y hay una boda en septiembre :)
Y hablando de cosas divertidas...
Fiestas. De unos meses para acá se me ha dado eso de las fiestas. Es soberanamente divertido. Dejé de ir a fiestas en la universidad. Es decir, salía con amigos a bares, al cine, a una que otra reunión socialmente relajada en casa de alguien conocido y cercano. Pero cero fiestas "como las de la prepa". Un amigo dice que dejamos de ir a fiestas así porque crecimos y maduramos y ya no las necesitamos. Yo digo que dejamos de ir a esas fiestas porque nos acomodamos muy bien en la rutina "bar de cervezas baratas y la seguimos en casa". No que tenga algo en contra, porque algunos de los mejores momentos del año pasado involucraron empezar una salida en algún barecillo coyoacanero, pasar por unos tacos al lugar de siempre, pasar a un Oxxo o Seven y llegar a mi casa con algún vodka o cervezas y un ipod con buena música. Pero en los últimos meses se presentaron oportunidades de ir a fiestear (sí, es un verbo, porque yo lo digo) y decidí tomar esas oportunidades. Y arrastrar a mis amigos conmigo. Vaya que nos hemos divertido. Aunque creo que sí comienzo a extrañar esas salidas de barecito tranquilo y/o cervezas en la sala y una buena partida de Gears of War o Magic.
Finalmente...
Libro. Historias de Las Historias. El viernes tuve la oportunidad de acompañar al escritor Alberto Chimal a presentar la antología de minificción Historias de Las Historias, donde aparece un cuento mío. La versión corta es que Chimal hace un concurso mensual de minificción en su sitio web, concursé hace como año y medio y gané. Un día me avisaron que antologarían a los ganadores. Otro día me avisaron que el libro estaba publicado. Otro día me invitaron a la presentación y me ofrecieron formar parte de la mesa con otros autores antologados. Yo dije que sí. Anuncié el evento en Facebook y empezaron a confirmar algunos amigos. Pensé "Será lindo que algunos amigos me acompañen". Had I known what was in store... El viernes a las 5pm, en la Librería Rosario Castellanos, parecía que traía conmigo una porra. Les agradezco infinitamente el haber llegado y haber estado conmigo en ese momento. Mamá, papá, Pao, Hernán, Fiance, Juan Enrique, Laura, Tirzo, Alex, Memo, Liz, Adri, Fer, Karina, Karen, Magui, Julio y Adriana. Y a quienes estuvieron telepáticamente porque la vida no siempre da para eso: Miri, Karlita, Andrea y mi hermano. Se siente bien bonito tanto cariño y apoyo.
Foto de Jorge Tirzo
Foto de Laura Yaniz
Foto de Karina Cabrera
¡¡San Diego Comic Con!!
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