Este espacio, en este momento, no es un blog informativo. Es un desahogo. Es una pausa en mis kilos de tarea, porque mi profesión me lo pide. Mi conciencia me exige esta reflexión.
Como ya saben, se suspendió el partido Santos - Morelia debido a una balacera que ocurrió a las afueras del estadio Territorio Santos Modelo, en Torreón, Coahuila. Yo no veía el partido, estaba en mi cuarto trabajando en la práctica de Fotoperiodismo. Siempre tengo abierta mi cuenta de Twitter. Ya se me hizo costumbre. Si no es por eso, no hubiera sabido... leí en un tuit, ya no sé de quién, que suspendían el partido en Torreón por una balacera. Bajé a cambiarle a la tele, mis papás veían el final de una película.
Vimos, impresionados, la cobertura de ESPN. Ni siquiera consideramos cambiarle a Azteca o a Televisa. Sí le pusimos unos segundos a MilenioTV. Preferimos regresar a ESPN. Hicieron una mejor cobertura. No me atrevo a decir que fue brillante, pero para ser periodistas deportivos que no suelen cubrir hechos de la naturaleza de los de hoy, lo hicieron mejor que los que sí: entiéndase Televisa y TV Azteca. No puedo decir mucho acerca de la primera porque no la vi, me guío por comentarios leídos en Twitter de las cuentas de personas en cuyo criterio confío. Sobre TV Azteca pude ver la repetición de todo en el canal de -2 horas... y qué pena. Los comentaristas se alteraron y quiero pensar que detecté el momento del regaño, un silencio de un par de segundos después de que uno de ellos hablase sobre la "maldita inseguridad" y la "vergüenza" del estado en que se encuentra el país. Unos minutos después de ello se confirmó la suspensión del partido y cortaron la transmisión. ¿Qué insertaron? No fue una cobertura especial ni un corte informativo... fueron episodios de uno de sus programas estúpidos: "Ya cayó".
Se me revolvió el estómago con esto. No pude evitarlo: ni el retortijón ni el nudo en la garganta. El mismo nudo que sentí cuando los compañeros del Tec en Monterrey y cuando la masacre de Villas de Salvárcar y cada vez que pasa algo así... Y no es que me horrorice porque sucedió durante un partido de futbol. No es que piense que el futbol es sagrado y no debería suceder ahí y sí en otros casos. Es que son símbolos. Son momentos simbólicos en los que no hay cómo ocultar lo que ocurre. Aunque TV Azteca omita la información escudándose en su acuerdo aquél que tan bien recordamos, aunque se guarden la información... otros canales siguen la cobertura.
Y Twitter. ¿Qué les digo sobre Twitter? Ahí me enteré. Y un vistazo a mi timeline me retorció el cuello. Todos peleando. Unos porque exigen paz y culpan a los criminales, otros porque culpan al presidente del país, otros porque culpan a los que se culpan entre ellos. Gente ofendiendo y dividiendo. Los que dicen que no importa porque eso ocurre todos los días. Los que dicen que cómo es posible esto en un estadio, como si los otros lugares fueran cualquier cosa. Los que dicen que el futbol qué, que dejen de quejarse. Los que hacen chistes estúpidos. Los que defienden el actuar de las televisoras. Los que denigran a quienes defienden el actuar de las televisoras. Los que dicen que a quién le importa la cobertura. Los que dicen que no sirve de nada manifestarse o proponer una expresión de desacuerdo o que nada sirve nunca y prefieren hacerse mensos pensando en cualquier otro asunto. Los que así, sucesivamente, hasta que se diluya. Hasta que pase otra cosa que nos haga olvidar o relegar.
O qué sé yo. No tengo respuestas. Tengo muchas preguntas y dudas y confusiones. No sé qué va a pasar con mi país. No sé qué va a pasar con mi gente. No sé qué va a pasar conmigo. Ni con el de al lado. Ni con mi mejor amigo que vive en Chihuahua y me da un terror inaudito que un día le pase algo. Ni con mi familia que vive conmigo en el DF y hasta ahora nos hemos salvado, irónicamente, en la ciudad de México, a la que tanta gente le tenía miedo. Tengo miedo. Tengo miedo de mis amigos y compañeros de periodismo a quienes a lo peor nos toca algún día cubrir estos asuntos. Tengo miedo del miedo y de mejor huir para no enfrentarme a ello.
Creo que me anima un poco ver la reacción de la gente en el estadio. Sí hubo miedo y hubo incertidumbre y hubo su dosis de caos. Pero no hubo estampida ni sofocación ni aplastamientos. La gente se portó a la altura. Las personas se ayudaron mutuamente. Se consolaron y se apoyaron. La directiva dio la cara por sus aficionados. No hubo una evacuación irresponsable. Quiero creer que más allá de lo horrible que es acostumbrarse a vivir así, estas acciones hablan de un mejor México posible.
Quiero creer.
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