Se trata de una relectura. Él no disfruta este particular encuentro entre prosa y miedo. La busca, frenético, en cada párrafo. En ocasiones se detiene; como si le apagaran la luz a mitad del túnel, frena. Regresa unas páginas, parpadea. Nada. Arranca de nuevo.
Llegamos a Chabacano, transbordo. Me siento en mi lugar al fondo del último vagón y ahí está de nuevo. Lee. Ágil, atento... ¿grácil? Para, voltea, me mira. Susto. Sigue leyendo. Página, página, página, línea, línea, letra. (Punto).
Me levanto, sujeto la barra, me impulso. UAM-I. Salgo del vagón, miro hacia atrás para una última vista del lector del metro. Encuentro sus ojos detrás de mi nuca: bajó conmigo. Señala su libro, página 312:
"Página 5, página 10, página 43. Leo a una velocidad brutal, pero no pierdo detalle. Página 87, página 122, página 201. Avanzo con las estaciones de la línea 2 del metro: 3 minutos por capítulo. Ella me mira y cree que apenas ojeo el libro, ella cree que juego. Error..."
Página 313:
"Ella no deja de observarme. Percibo el dictado mental en su pestañeo. Transbordo en Chabacano, me acomodo, escaneo: ella está de nuevo ahí. Avanza conmigo, pero sin mí. Sigo leyendo. El metro para, UAM-I. Ambos bajamos en la misma estación. No me ha sentido, la detengo. Señalo mi libro. Lo mira... comprende."
Lo miro... comprendo. Ya no necesita leer: tanto buscar en las líneas del metro, por fin nos hemos encontrado.
1 comentario:
Buenísimo, yo me imaginaba el sonitido del metro cuando se cierra la puerta.
por cierto Ill Niño & los Backstreet Boys jajaja, cool
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