If you stuck by My Chemical Romance even when you were called emo for it.
If you love Gerard no matter what color his hair is.
If you love that Pansy Frank and was worried when he got sick...
If you ever fantasied about playing with Ray's hair...
If you were seriously happy for Mikey when he married Alicia...
If you got worried when Bob got burnt...
If you cried every single time Gerard got drunk or high...
If you bought MCR's new ablum the very second you could and protected it with your life...
If you can't watch The Ghost Of You without crying when Mikey gets shot...
If you aren't okay...
If you love My Chemical Romance with ALL your balck little heart...
If you don't just listen to their music, but their lyrics too...
If you think you're going to die alone...
If you ever wanted to jump up on stage just to give them hugs...
If you ever wanted to meet them just to say 'Thank you' ...
If you ever wanted them for their advice, not their money ...
If you ever want to say 'I love you' without any remorse....
If you are sick of having your heart broken, or getting hurt....
If you can honestly say that MCR saved their lives....
If you get exited when someone says "Gerard, Frankie, Bob, Mikey, or Ray."...
If you get excited when someone says "My Chemical Romance or MCR." ...
If you say I am My Chemical Romance with pride, and with honesty...
If you are a True MCR fan...
If you have ever had a relative say, "Please no more MCR today!" ...
If you ever get excited/ hyper when you see a random person wearing an MCR shirt down town...
If you will go across the country to see a My Chemical Romance Concert...
If you are someone who really listens to them...
If you dont know where you would be with out them...
If your life changed the second you heard one of their songs...
If you would hold a funeral procession at school if MCR broke up...
This Is For You...
[lindo, lindo, tomado de: http://www.absolutepunk.net/journal.php?do=showjournal&j=4061]
Escribo desde que descubrí que se podía. Aquí va de todo: mis obsesiones, mis detrás de cámaras, mis experimentos.
sábado, febrero 09, 2008
miércoles, octubre 24, 2007
miércoles, agosto 08, 2007
¿Quién detiene palomas volando a ras de suelo?
y tu voz en su voz
que es la corola oscura
en cada día normal en su anormalidad
en su moralidad, de su mortalidad
pasajera...
que es la corola oscura
en cada día normal en su anormalidad
en su moralidad, de su mortalidad
pasajera...
Miro pasar las tardes secas, un jarrón de flores se marchita sobre la mesa. Las rosas lucen viejas, aún naciendo tan bellas. Una nube me cubre la memoria, humeda de lágrimas que amenazan con precipitar, cual diluvio anticipado, remedios antidiluvianos.
La colcha se siente reseca, me sabe a piedad y a tormenta. Cierro los ojos, quiero soñarme en aire. Ser pinturas viajando del pincel al lienzo, ser abstractas gotas en acción, dar de mí un resultado mejor que este respirar obtuso y malintencionado.
Gélida alba de cafeína totalitaria, dictatorial en su amplia organza matrimonial. Pasos que suben y bajan, novios que se abrazan, palabras declamadas en suspiros antes de apagar la luz de los pasillos. No hay luna ni hay sol, quizá una o dos onzas de calor vetado, lejano.
¿Dónde han quedado tus saludos de lejos? ¿Dónde miran hoy tus ojos de fiel? Me parece encontrarte caminando, mi luz, tres pisos arriba de mi salón de francés... y no. Subo feliz, me late la sangre en el alma, tropiezo con la sombra de otra mujer. Se ha perdido mi lirio blanco, mi orquídea sollozante, la cruz que me marca los brazos, la piel. No espera a la puerta, las escaleras se hielan, mis manos se agrietan sin tus dedos para tocar. Sonrisa a medio terminar, tu voz constante en cariño, y la falla al no dejar de recordar que una palabra ajena, un remolino casual, fue la arista que nos separó... la munición que nos detuvo, palomas al vuelo, mientras volábamos a ras de suelo...
La colcha se siente reseca, me sabe a piedad y a tormenta. Cierro los ojos, quiero soñarme en aire. Ser pinturas viajando del pincel al lienzo, ser abstractas gotas en acción, dar de mí un resultado mejor que este respirar obtuso y malintencionado.
Gélida alba de cafeína totalitaria, dictatorial en su amplia organza matrimonial. Pasos que suben y bajan, novios que se abrazan, palabras declamadas en suspiros antes de apagar la luz de los pasillos. No hay luna ni hay sol, quizá una o dos onzas de calor vetado, lejano.
¿Dónde han quedado tus saludos de lejos? ¿Dónde miran hoy tus ojos de fiel? Me parece encontrarte caminando, mi luz, tres pisos arriba de mi salón de francés... y no. Subo feliz, me late la sangre en el alma, tropiezo con la sombra de otra mujer. Se ha perdido mi lirio blanco, mi orquídea sollozante, la cruz que me marca los brazos, la piel. No espera a la puerta, las escaleras se hielan, mis manos se agrietan sin tus dedos para tocar. Sonrisa a medio terminar, tu voz constante en cariño, y la falla al no dejar de recordar que una palabra ajena, un remolino casual, fue la arista que nos separó... la munición que nos detuvo, palomas al vuelo, mientras volábamos a ras de suelo...
viernes, julio 20, 2007
Ichigo
La música salvaje de los violines, ella lo miraba a través de una cortina de lágrimas. El piano desgarrando sus notas, él trataba de elevar su voz desde el fondo de un abismo. Las manos se cruzaron en un vago intento por despejar la bruma que los separaba, muro espeso, invisible pero sólido como la duda. Los labios se movían en un desesperado ir y venir, las palabras se confundieron entre tanto ruido de copas y cubiertos. Era un adiós seguro, casi eterno. Probablemente cuando volvieran a verse, si es que los destinos les permitían reencontrarse, habrían cambiado lo necesario para no necesitarse.
- ¿Por qué salen las cosas así? - ella extrañamente dócil, apenas un murmullo abriéndose paso en la niebla.
- Porque no pueden salir de otra manera, - el cabello no cubriéndole los ojos, la mirada fija en una de tantas gotas deslizándose en la ventana, - tú te vas, yo me quedo, ¿creíste que nos acompañaríamos hasta el fin del universo? -.
- Lo prometimos, - se llevó una mano al cuello, como escondiendo un falso dolor de garganta, - siempre
estaríamos juntos. Para toda la vida. -.
- Sabes que no puedo seguirte, - levantó del suelo la servilleta de tela, más para esconder su rostro que para recuperarla, - ¡qué más quisiera! No puedo abandonar mi vida por algo tan incierto, tú ya tienes el futuro
planeado. ¿Qué parte de ese futuro es mío? -.
Una pálida sombra cubrió de moho casi diez años de relación. Súbitamente los recuerdos se fundieron en
rencores vacíos, las esperanzas volaron enloquecidas hacia el abismo, los ídolos rodaron al suelo desde sus pedestales. El crujir de sueños fue interrumpido por un amable mesero,
- ¿Está todo bien? ¿Puedo ofrecerles algo más? - no supo si congratularse por aligerar la tensión o vapulearse
por entrometido, - ¿Un buen vino quizá? -.
- No, gracias. Si pudiera traer la cuenta... -.
- De inmediato -.
Seguía goteando la lona sobre la acera, las luces de los autos reflejándose sobre el asfalto. Un último vistazo y se cierra la puerta del taxi, una mejilla húmeda de llanto y lluvia asoma tímida por la ventana. Efímero
contacto de una yema al otro lado del cristal, el toque de queda para dos corazones solitarios.
Dos camas en puntos opuestos de la misma ciudad sin estrellas, dos espejos que recuerdan risa, dos tazas de café alzándose al mismo tiempo, una sola canción girando. Una mano sobre el teclado (al Este), otra mano con el bolígrafo aullando (al Oeste).
Un poema desgarrador callando.
- ¿Por qué salen las cosas así? - ella extrañamente dócil, apenas un murmullo abriéndose paso en la niebla.
- Porque no pueden salir de otra manera, - el cabello no cubriéndole los ojos, la mirada fija en una de tantas gotas deslizándose en la ventana, - tú te vas, yo me quedo, ¿creíste que nos acompañaríamos hasta el fin del universo? -.
- Lo prometimos, - se llevó una mano al cuello, como escondiendo un falso dolor de garganta, - siempre
estaríamos juntos. Para toda la vida. -.
- Sabes que no puedo seguirte, - levantó del suelo la servilleta de tela, más para esconder su rostro que para recuperarla, - ¡qué más quisiera! No puedo abandonar mi vida por algo tan incierto, tú ya tienes el futuro
planeado. ¿Qué parte de ese futuro es mío? -.
Una pálida sombra cubrió de moho casi diez años de relación. Súbitamente los recuerdos se fundieron en
rencores vacíos, las esperanzas volaron enloquecidas hacia el abismo, los ídolos rodaron al suelo desde sus pedestales. El crujir de sueños fue interrumpido por un amable mesero,
- ¿Está todo bien? ¿Puedo ofrecerles algo más? - no supo si congratularse por aligerar la tensión o vapulearse
por entrometido, - ¿Un buen vino quizá? -.
- No, gracias. Si pudiera traer la cuenta... -.
- De inmediato -.
Seguía goteando la lona sobre la acera, las luces de los autos reflejándose sobre el asfalto. Un último vistazo y se cierra la puerta del taxi, una mejilla húmeda de llanto y lluvia asoma tímida por la ventana. Efímero
contacto de una yema al otro lado del cristal, el toque de queda para dos corazones solitarios.
Dos camas en puntos opuestos de la misma ciudad sin estrellas, dos espejos que recuerdan risa, dos tazas de café alzándose al mismo tiempo, una sola canción girando. Una mano sobre el teclado (al Este), otra mano con el bolígrafo aullando (al Oeste).
Un poema desgarrador callando.
domingo, julio 15, 2007
Noche y día
A veces me cuesta reír, me cuesta llorar. Principalmente cuando tú no estás, porque todo es menos lindo, más complejo... desgajado. Igual, pasan semanas sin una palabra y no importa, parece que la vida sigue... sigue sin detenernos a pensar. Vivimos, soñamos, actuamos.
Caminamos bajo lluvias de redención y nos sentamos en la banqueta de nuestra sin-razón.
Un detalle me recuerda a ti, un chiste local y espontáneo que sólo tú compartes con mi risa. Miro
otros pares de ojos que también me miran, nada es igual. Bajo mi copa, me recargo en la barra
y le pregunto al cantinero "¿Por qué nos dejamos separar?", él me observa por encima de sus
gafas de viejo y responde "Por eso, porque nos dejamos". Suspiro un poco, pago el importe,
tomo mi maleta y salgo. Sobre la cama me espera Gustavo, el mismo minino aterciopelado
que ha vivido en mis tres apartamentos. Dejo las cosas sobre la mesa del comedor, el reloj dice que tengo como veinte minutos, enciendo la televisión y busco con qué entretenerme un rato.
Agua, necesito agua. Tres traguitos, miro de nuevo el reloj; dos traguitos, reviso la guía de programación. Suena el teléfono [¡demonios!, que necesito poner atención], eres tú. "¿Ya empezó?" y todo vuelve a ser en Technicolor. "No, en cinco minutos, ¿vas llegando?" mi voz a veces te suena a ventilador en verano, tu voz me suena como deben sonar las trompetas de guerra. "Je, es que... estoy en las escaleras, me falta un piso para tu puerta," salto del sofá y busco las llaves, "me encontré a Brisa en la calle, hay que verlo juntas". No me cabe tanta alegría en la boca. Abro y entran a la sala un ángel y un hada. Un abrazo, dos, cuatro... cada quien se sirve su cual (tú limonada, ella leche, yo agua), todas al sillón grande. Da la hora en punto y el opening para la nueva temporada de la serie mexicana con más proyección internacional. Aparecen los créditos y con ellos su nombre. Él, nuestro él; el que se dedica a la farándula.
El él que siempre supimos llegaría a donde está. Es nuestro orgullo, como somos todos de todos.
Como me encanta saber al hada enfrascada en su estudio, con sus mil colores y esquemas; a ti
leyendo con tus treinta diccionarios de términos, regionalismos y demás gadgets lingüísticos, traduciendo o preparándote para las entrevistas de intérprete; nuestro él aquél, siendo feliz en su ir y venir de chef a consejero y de consejero a chef... como espero ser yo para ustedes en mis columnas o mis andares por diseño editorial o similares.
Se sigue de largo la tarde y acurrucadas las tres frente a la ventana, nos encuentra la Señora Luna jugando a ser niñas de nuevo. Cenamos con galletas o cereal, las acompaño hasta la planta baja y con otro abrazo y los pensamientos más bellos las veo partir. Perderse cada una por su calle en la oscuridad de las nueve de la noche: tú dos cuadras al este, dos pisos arriba; ella a tomar un taxi que la lleve tres calles al sur, diez minutos a la derecha, apenas un par de escalones sobre el asfalto. Vuelvo a subir, Gustavo ronronea sobre la alfombra de mi
habitación, le rasco las orejas y sonrío en la media luz. "Hasta cierto punto, qué bueno que nos
dejamos." Gustavo me mira y sonríe, él también dormirá esta noche pensando en la tibieza que
reinó hoy entre tanta locura... en las voces y alientos que de sólo escucharnos rendimos el llanto, el
escarnio, sublimamos deseos cumplidos y estrellas en nuestro propio cielo estrellado. Nos durará
el efecto para vivir unos días, luego seguiremos existiendo.
Caminamos bajo lluvias de redención y nos sentamos en la banqueta de nuestra sin-razón.
Un detalle me recuerda a ti, un chiste local y espontáneo que sólo tú compartes con mi risa. Miro
otros pares de ojos que también me miran, nada es igual. Bajo mi copa, me recargo en la barra
y le pregunto al cantinero "¿Por qué nos dejamos separar?", él me observa por encima de sus
gafas de viejo y responde "Por eso, porque nos dejamos". Suspiro un poco, pago el importe,
tomo mi maleta y salgo. Sobre la cama me espera Gustavo, el mismo minino aterciopelado
que ha vivido en mis tres apartamentos. Dejo las cosas sobre la mesa del comedor, el reloj dice que tengo como veinte minutos, enciendo la televisión y busco con qué entretenerme un rato.
Agua, necesito agua. Tres traguitos, miro de nuevo el reloj; dos traguitos, reviso la guía de programación. Suena el teléfono [¡demonios!, que necesito poner atención], eres tú. "¿Ya empezó?" y todo vuelve a ser en Technicolor. "No, en cinco minutos, ¿vas llegando?" mi voz a veces te suena a ventilador en verano, tu voz me suena como deben sonar las trompetas de guerra. "Je, es que... estoy en las escaleras, me falta un piso para tu puerta," salto del sofá y busco las llaves, "me encontré a Brisa en la calle, hay que verlo juntas". No me cabe tanta alegría en la boca. Abro y entran a la sala un ángel y un hada. Un abrazo, dos, cuatro... cada quien se sirve su cual (tú limonada, ella leche, yo agua), todas al sillón grande. Da la hora en punto y el opening para la nueva temporada de la serie mexicana con más proyección internacional. Aparecen los créditos y con ellos su nombre. Él, nuestro él; el que se dedica a la farándula.
El él que siempre supimos llegaría a donde está. Es nuestro orgullo, como somos todos de todos.
Como me encanta saber al hada enfrascada en su estudio, con sus mil colores y esquemas; a ti
leyendo con tus treinta diccionarios de términos, regionalismos y demás gadgets lingüísticos, traduciendo o preparándote para las entrevistas de intérprete; nuestro él aquél, siendo feliz en su ir y venir de chef a consejero y de consejero a chef... como espero ser yo para ustedes en mis columnas o mis andares por diseño editorial o similares.
Se sigue de largo la tarde y acurrucadas las tres frente a la ventana, nos encuentra la Señora Luna jugando a ser niñas de nuevo. Cenamos con galletas o cereal, las acompaño hasta la planta baja y con otro abrazo y los pensamientos más bellos las veo partir. Perderse cada una por su calle en la oscuridad de las nueve de la noche: tú dos cuadras al este, dos pisos arriba; ella a tomar un taxi que la lleve tres calles al sur, diez minutos a la derecha, apenas un par de escalones sobre el asfalto. Vuelvo a subir, Gustavo ronronea sobre la alfombra de mi
habitación, le rasco las orejas y sonrío en la media luz. "Hasta cierto punto, qué bueno que nos
dejamos." Gustavo me mira y sonríe, él también dormirá esta noche pensando en la tibieza que
reinó hoy entre tanta locura... en las voces y alientos que de sólo escucharnos rendimos el llanto, el
escarnio, sublimamos deseos cumplidos y estrellas en nuestro propio cielo estrellado. Nos durará
el efecto para vivir unos días, luego seguiremos existiendo.
Para el Dream Team de nuestras vidas: Pao, César, Lucy, Luis y Marce.
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