lunes, enero 23, 2012

Reloading...

Cinco meses de silencio. No tengo perdón de Dios. Y, ¿por qué? ¿es acaso el miedo a la pantalla? ¿a que me falten las palabras? ¿a que me sobren? No es que no se me ocurran temas, es quizá el eterno temorcillo a ... ¿a qué? No lo sé, francamente. Pero hoy escribo estas palabras porque me disculpo (más con el propio espacio que conmigo).

No es, puedo asegurar (creo), el miedo a que nadie me lea, pues aunque agradezco todo par de ojos que pase por estos rumbos, el deber del escritor es, ante todo, consigo mismo. Y mi deber como escritora (tejedora de palabras, como un amigo me dijera hace algunos años) es, primero que otra cosa, conmigo misma. Porque todos los días escribo (o redacto, que no es igual) en mi cabeza, al menos unas cuantas cuartillas, pero de eso a que sobrevivan el trayecto del metro o el microbús, ya es otro asunto.

Por eso hoy, antes de empezar mis menesteres laborales, me tomo un ratito para medio poner en el editor de texto una entrada que desarrollé en mis quince minutos que van de metro Patriotismo a la oficina de la editorial donde trabajo.

Debo recuentos sobre lo sucedido entre el 20 de agosto y los mediados de diciembre del año pasado, que marcan los límites aproximados de ese último semestre universitario. Debo agradecimientos y recordatorios que no he escrito, quizá, porque me da miedito esto de la remembranza cursilona (porque, después de todo, soy, efectivamente, una nena). Y sin embargo (tiene razón Arturo, es bonito decir "y sin embargo") estoy consciente de que son necesarios. Los escribiré, seguramente más tarde que temprano, dentro de, tal vez, algunos años. Cuando me entre la nostalgia por los cafés, charlas, regresos en autobús, salidas épicas, exámenes, peleas y demás intercambios mágicos que componen la estructura ósea de mi vida académica y social de aquellos meses.

Hoy, no obstante, recuerdo que también debería serme útil y escribir un poco sobre cada libro que leo. Porque aunque no tanto como cuando era más chica, sigo devorando un poco de novela, otro de ensayo histórico, otro montoncillo de cuento, etcétera. Y películas, también, porque tras mis sequías cinematográficas, últimamente he regresado a los complejos y las butacas, aunque nunca abandoné en realidad eso de ver películas, que es una actividad muy engranada en mi familia.

Y música, por supuesto. Considerando que es una de mis carreteras para la vida, sería interesante darle una repasadita a mi música. Y buscar también algo nuevo, porque sigo muy metida en mis clásicos.

En fin, que quizá incluso me ponga a hacer bitácoras laborales, porque con esto del reporteo en los temas que me llenan voy encontrándome con algunas experiencias molto interesantes. Quién sabe, a lo mejor en unos meses les blogueo desde, no sé, alguna de esas cosas geeks que tanto me gustan.

Por cierto, disculpen si de repente el blog pasa del español al inglés, pero sin afán de sonar pretenciosa, a veces no puedo evitar que ciertos temas se me construyan mejor en modo anglosajón. Es inevitable. Vaya, pero si quienes hablan más conmigo lo viven día tras día.

Habiendo establecido estas condiciones, me despido por hoy, pero no por mucho tiempo más. Feliz año pseudo apocalíptico :)