domingo, agosto 30, 2009

365

La vida sigue. Siempre. Nada detiene al mundo. Incluso la luz de las estrellas vive, siglos después de que éstas mueren. Mi prosa alumbra, letra por letra, el camino parchado de mi noche vieja. No hay lluvia, es que allá arriba alguien dejó una llave abierta. El agua se pierde, se escurre infinita entre las banquetas, entre los pies de los que se van y la cara de los que se quedan. No me persigue el sabor de un beso, ni la voz de una canción, ni el peso de una mano sobre mi espalda. La piel me pica, el cuello me raspa, la sangre me quema, toda yo acaba de rozar una estufa recién apagada. Las ollas vacías, cada cuchillo en su lugar, las servilletas dobladas como cada pluma rota de las alas que apenas comienzo a recuperar. Corrijo: de las alas que apenas recuerdo desdoblar.

(siempre hubo algo en tu caminar... algo en el sonreír... algo en ese nunca callar, tan desquiciante y tan libertad)

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