de no volver a sentir... de no poder olvidar... de no poder continuar... de no dejarme llevar...
Tengo miedo de ti, de encontrarte entre mis ideales perdidos o entre el olor a rosas que desprende el sol sobre la terraza. Tengo miedo de saber de tus andanzas y tus playas y las mil colmenas que has de probar cada mañana. Tengo miedo de acordarme de cada latido y de cada punzada. Tengo miedo de llorar cada noche esta ausencia que me mata. Tengo miedo de mirarte y no verme más en tus pupilas dilatadas. Tengo miedo de acariciar mi pelo y saber que mi mano es mi mano y no tus dedos suaves, llameantes. Tengo miedo de sentir tu fuerte espalda entre mis lazos como cuando me abrazabas. Tengo miedo de correr la última plaza para no verte sentado entre las plantas. Tengo miedo de soñarte caminando por las calles, por horror a despertar y no tocarte. Tengo miedo de esperarte en la ventana porque sé que nunca serás aquella nube blanca. Tengo miedo de llamarte y escuchar tu voz una vez más y asustarme y colgar. Tengo miedo de escribirte alguna carta por si acaso algún día decides leer y analizarla. Tengo miedo de adorarte como a un santo en las largas horas de mi soledad. Tengo miedo de fotografiarte en cualquier momento de la tarde. Tengo miedo de lograr mi ansiada meta de olvidarte, por si alguna vez regresas y encuentras la casa como la dejaste, y te acercas y escoges quedarte a comer... o sólo a tomar una taza de café...
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