It's just one of those nights
a lonely one, with a heavy heart.
One of those utterly dark
and painful, and blank.
It's a pot full of jelly
with a child-safe lid;
a door for which
I don't have a key.
It's a lamp gone blind,
chicken soup with no salt,
a long-relationship distant
where you're never coming back.
Escribo desde que descubrí que se podía. Aquí va de todo: mis obsesiones, mis detrás de cámaras, mis experimentos.
sábado, febrero 20, 2010
viernes, febrero 12, 2010
Real love
Y que se deja venir el 14 de febrero, día "oficial" del amor y la amistad. Falta un día, sí, pero desde el jueves el campus pretendía exudar melaza. Sigo sin ser fan de la fecha, tenga novio o no (que este año, como en muchos otros, no tengo), porque en primer lugar tanto alboroto me aturde y en segundo porque tanta faramalla me desquicia.
Pero bueno, eso no significa que no aproveche vilmente la ocasión para sacar a relucir una que otra joyita con la que me he topado en el camino. Medio anecdótico, medio prototípico, medio no-quiero-dejar-a-nadie-fuera, pero ahí va.
Ya serán 3 años desde el duelo aquél. Tercer año y nunca ha fallado la rosa en el jarrón. Qué extraña vista fue entonces esa reinterpretación de Romeo y Julieta actuada por tres chicas y con un enfrentamiento entre dos Romeos. Qué curioso que a falta de espadas utilizasen las rosas de madera y papel que una de las Romeos obsequió a sus amigas en aquella ocasión. Pero más que eso... qué bello llegar hoy a mi clase de Literatura Mexicana y que entrase un perfecto desconocido a preguntar por mí para después entregarme una rosa roja con una nota de la Romeo más hermosa del mundo. Todavía, tres años después.
Qué hermoso abrir mi correo y encontrar en la bandeja de entrada una breve nota de un alguien que es la prueba irrefutable que ni el tiempo ni la distancia corroen relaciones sinceras. Él sabe cuántas palabras necesito para llorar y sabe cuántas palabras necesito para sonreír. Él sabe que algún día le escribiré su libro porque se lo prometí la primera vez que nos despedimos. De alguna manera -siempre- me lee.
Días de amigos y días de sorpresas, buenas sorpresas. Como que uno pasa días sin una convivencia decente con alguien, y de repente lo encuentra dos veces en el mismo día. Y sucede una u otra cosa que le recuerdan a uno por qué siempre ha creído que tiene excelente gusto para los amigos, que éste en particular es uno de esos con los que la creencia anterior se convierte en ley absoluta.
O uno decide ponerse botas con tacón justo el día que ha quedado en verse con un amigo en el centro de Coyoacán. Pero el dolor de los pies (y de mi pierna de palo) no significa mucho, de hecho significa mucho menos que esa buena conversación y ese rato tan agradable. Es bonito aprender de los amigos, especialmente de esos que te aconsejan sinceros, sin una intención consciente y por la pura onda de ser gente así de linda.
Claro que también está ese bendito jueves de libros y que una amiga adorable se decida a compartir con los presentes un texto de su propia autoría, y te recuerde así lo buena que es para escribir y para transmitir esa pasión que le pone a todos los aspectos de su vida.
Y remata el par de días un darte cuenta que siempre no irás al fútbol el domingo, y que ese amigo con quien hubieses ido te recuerde (amablemente.... ¬¬) que suckeas por ello. Pero él también suckea por no avisarte a qué hora andará por la escuela, considerando que vuelve a pisar la ciudad hasta marzo... y aún así, con todo y la distancia y etcéteras, deep down sabes que qué gusto tener a dicho amigo en tu vida, porque you just know it's right.
Entonces qué genial coincidencia la sucesión de acontecimientos en estos días previos al tan famoso 14 de febrero. Me faltaron muchas anécdotas por mencionar, por supuesto, pero es que me concentré en las de las últimas 48 horas. Qué hermoso saber que no tiene que ser día "oficial" para refrescarme la conciencia de que soy increíblemente afortunada teniendo los amigos que tengo. Gracias por ellos.
[porque la familia es otra cosa :)]
Pero bueno, eso no significa que no aproveche vilmente la ocasión para sacar a relucir una que otra joyita con la que me he topado en el camino. Medio anecdótico, medio prototípico, medio no-quiero-dejar-a-nadie-fuera, pero ahí va.
Ya serán 3 años desde el duelo aquél. Tercer año y nunca ha fallado la rosa en el jarrón. Qué extraña vista fue entonces esa reinterpretación de Romeo y Julieta actuada por tres chicas y con un enfrentamiento entre dos Romeos. Qué curioso que a falta de espadas utilizasen las rosas de madera y papel que una de las Romeos obsequió a sus amigas en aquella ocasión. Pero más que eso... qué bello llegar hoy a mi clase de Literatura Mexicana y que entrase un perfecto desconocido a preguntar por mí para después entregarme una rosa roja con una nota de la Romeo más hermosa del mundo. Todavía, tres años después.
Qué hermoso abrir mi correo y encontrar en la bandeja de entrada una breve nota de un alguien que es la prueba irrefutable que ni el tiempo ni la distancia corroen relaciones sinceras. Él sabe cuántas palabras necesito para llorar y sabe cuántas palabras necesito para sonreír. Él sabe que algún día le escribiré su libro porque se lo prometí la primera vez que nos despedimos. De alguna manera -siempre- me lee.
Días de amigos y días de sorpresas, buenas sorpresas. Como que uno pasa días sin una convivencia decente con alguien, y de repente lo encuentra dos veces en el mismo día. Y sucede una u otra cosa que le recuerdan a uno por qué siempre ha creído que tiene excelente gusto para los amigos, que éste en particular es uno de esos con los que la creencia anterior se convierte en ley absoluta.
O uno decide ponerse botas con tacón justo el día que ha quedado en verse con un amigo en el centro de Coyoacán. Pero el dolor de los pies (y de mi pierna de palo) no significa mucho, de hecho significa mucho menos que esa buena conversación y ese rato tan agradable. Es bonito aprender de los amigos, especialmente de esos que te aconsejan sinceros, sin una intención consciente y por la pura onda de ser gente así de linda.
Claro que también está ese bendito jueves de libros y que una amiga adorable se decida a compartir con los presentes un texto de su propia autoría, y te recuerde así lo buena que es para escribir y para transmitir esa pasión que le pone a todos los aspectos de su vida.
Y remata el par de días un darte cuenta que siempre no irás al fútbol el domingo, y que ese amigo con quien hubieses ido te recuerde (amablemente.... ¬¬) que suckeas por ello. Pero él también suckea por no avisarte a qué hora andará por la escuela, considerando que vuelve a pisar la ciudad hasta marzo... y aún así, con todo y la distancia y etcéteras, deep down sabes que qué gusto tener a dicho amigo en tu vida, porque you just know it's right.
Entonces qué genial coincidencia la sucesión de acontecimientos en estos días previos al tan famoso 14 de febrero. Me faltaron muchas anécdotas por mencionar, por supuesto, pero es que me concentré en las de las últimas 48 horas. Qué hermoso saber que no tiene que ser día "oficial" para refrescarme la conciencia de que soy increíblemente afortunada teniendo los amigos que tengo. Gracias por ellos.
[porque la familia es otra cosa :)]
Suscribirse a:
Entradas (Atom)